La frase de la semana

sábado, 17 de julio de 2010

Me debes una explicación




Me debes una Explicación




El salón de baile de los Granger lucia fabuloso, todo estaba decorado de forma que las personas que más lucieran fueran Hermione Granger y Ginevra Weasley.


Todo parecía perfecto, el salón estaba lleno de velas que le daban un aspecto bastante romántico, las damas cubrían sus cuerpos con delicados vestidos mientras que los caballeros lucían realmente elegantes con sus trajes negros.


Hermione lucia radiante, había olvidado incluso el dolor que momentos antes sentía y todo era gracias a la compañía de Harry.


Harry pertenecía a la alta sociedad, solo que cuando se conocieron ella no lo sabia, de hecho pensaba que era el hijo del caballerango de la Mansión Black y el pensaba que ella era una criada mas de Riverdale House, hasta que los Potter fueron invitados a Riverdale House por el treceavo cumpleaños de Hermione y descubrieron quienes eran en realidad.


Desde entonces eran grandes amigos.


Antes de que pudieran seguir con otra cosa Hermione le dijo


-Te extrañe mucho-


-Y yo a ti- Contesto el Marques


-Así que has conocido al arrogante vizconde- dijo Harry con una sonrisa mientras la hacia girar.


-Si, pero según Ron y Pansy, no es nada arrogante, simplemente que no tiene paciencia para fingir que alguien le agrada- contesto


-Ya había escuchado eso- dijo Harry


-Bueno pero ahora cuéntame ¿Que fue lo que estuviste haciendo en todo este tiempo que estuviste fuera?- pregunto Hermione


Tenía mucha curiosidad, Harry siempre hacia algo interesante pero sobre todo siempre tenia unas cuantas aventuras románticas que contarle.


-Un poco de esto y un poco de aquello- dijo restándole importancia.


Hermione lo miro y dijo


-¡Vamos! Eso cuéntaselo a algún incauto que te crea, no a mí- sonrió irónica mientras levantaba una ceja


Harry suspiro y dijo


-Valía la pena intentarlo, ¿no lo crees?-


-Supongo que si, pero déjate de tanto misterio y cuéntame lo que has hecho


-No creo que a tu madre le guste mucho lo que te voy a contar-dijo Harry


-Mi madre no esta aquí, y además ella no tiene por que enterarse de lo que me cuentes-dijo Hermione


El baile estaba por terminar, así que se tendrían que alejar un poco para poder platicar sin ser molestados, tal vez a uno de los balcones privados, esperaba que nadie los viera salir, eso podría provocar un escándalo que los obligaría a casarse.


Harry seguía mostrándose sonriente pero algo capturo su atención y dijo


-De acuerdo, pero antes ¿puedo preguntarte otra cosa?


-Si- contesto


-¿Por qué esta furioso el Vizconde?- pregunto


-¿El Vizconde?- repitió Hermione


-El Vizconde Malfoy- contesto Harry


-¿El Vizconde Malfoy? –pregunto Hermione, el no podía estar ahí, Pansy dijo que no vendría, estaba segura de ello.


-¿Y por que no deja de mirarte?- dijo con una pizca de enojo


Hermione se giro para buscarlo pero Harry la detuvo y le señalo con la barbilla a un costado del salón de baile.


El vizconde estaba ahí parado con la cara contraída, no dejaba de mirarla, estaba segura de que era por que ya sabia quien era.


El baile termino, Hermione coloco su brazo sobre el de Harry y se dirigieron al limite de la pista.


¡Dios! Se estaba acercando hacia ellos, lucia bastante enfadado ¿Pero que rayos estaba haciendo aquí? Pansy le aseguro que el no vendría, le dijo que estaría con alguna de sus amantes.


Pero, por dios el no debería haberla descubierto ¿o si?


Lo miro de nuevo, tal vez no era a ella a quien veía, tal vez era a alguna otra persona en la pista, o tal vez incluso estuviera viendo a Harry.


El la miro primero a ella y después a Harry y luego sonrió, pero era una sonrisa maliciosa, eso solo podía significar una sola cosa.


La había descubierto.


Solo esperaba que no hiciera ningún escándalo y le dejara explicar por que se había disfrazado.


Se dio la vuelta y regreso al limite de la pista, justo hacia donde ella y Harry se dirigían.


El se acerco a ellos, miraba a Harry con desdén y a ella, bien no sabia exactamente como la miraba pero no era una mirada muy alentadora


-Buenas noches, mi lady- dijo dirigiéndose a ella en primer lugar lo cual solo hacia mas que evidente que la había descubierto, le dedico una leve inclinación mientras tomaba su mano y besaba su dorso


-Buenas noches, mi lord- contesto Hermione sonrojándose un poco al sentir el cálido aliento del vizconde en su mano


-Buenas noches, marques- dijo con una muy leve inclinación


-Buenas noches, vizconde- dijo Harry haciendo el mismo tipo de inclinación- Hace tiempo que no lo veíamos en bailes. ¿Algo o alguien en particular lo atrae a este baile?


-Eso mi estimado marques, es un asunto que no le incumbe- dijo Draco con un tono bastante agrio


-Vaya, parece que su humor no ha mejorado desde que nos conocimos - contesto Harry, a quien no le agradaba ni un poco el vizconde.


Draco lo ignoro y fijo su vista en Hermione


- ¿Seria posible que me permitiera unos momentos de su compañía?- pregunto Draco a Hermione


Esta se vio tentada a negarse pero lo mejor seria que aclarara las cosas con el de una vez y así podría librarse de tener que huir cada vez que lo viera.


-Por supuesto- contesto al fin


Una vez que estuvieron lejos de Harry, Hermione le dijo en voz baja


-¿Qué demonios hace aquí?-


-¿No es obvio?- Los ojos grises de Draco centellearon cuando se inclinó hacia delante. -Vine a buscarte-


-¿A mi?- dijo Hermione, esperando que hubiera un error, rogando por que no la hubiese descubierto y solo fueran imaginaciones suyas -Si ni siquiera me conoce-


-Tiene razón,- reflexionó Draco -Pero conocí a una criada de cocina esta tarde notablemente parecida a usted. Pelo castaño, ojos almendrados. ¿No tendrá por casualidad una hermana gemela idéntica?- Sonrió peligrosamente. -Era una moza lozana. No podía mantener sus manos alejadas de mí... y me besó en los sitios más inmencionables-


-¡No lo hice!- grito Hermione -¡Cómo se atreve a sugerirlo!-


Draco enarcó una ceja ante su arrebato.


-¿Entonces confiesa que era usted quien estaba en el carruaje esta tarde?-


-Usted sabe que era yo. No puedo negarlo- contesto Hermione con un suspiro


-En efecto- estuvo de acuerdo Draco -Y como debo llamarla ¿Lady Granger o Anne?-


Hermione se tenso ¿Acaso no podía esperar a que llegaran al balcón donde nadie podría escucharlos? Pero no le iba a dar el gusto de hacerla sentir mal


-Lady Granger


-La llamare Hermione, después de todo, conozco su secreto


Hermione le dirigió una mirada fulminante pero Draco la ignoro olímpicamente.


-Y ahora- ordenó él, -me gustaría una explicación de cómo acabó usted vistiendo ropas de criada y recorriendo los alrededores de Londres sin acompañante-


-¡¿Qué?!- grito Hermione ultrajada.


-Esperó su explicación- Su voz era mortalmente paciente.


-Bueno, pues no va a tenerla, piojo arbitrario- dijo ella amargamente.


-Estás adorable cuando te enfadas, Hermione- dijo Draco con una sonrisa picara


-¿Debe siempre decir esas cosas tan vergonzosas?- pregunto Hermione sonrojándose un poco


Draco se inclinó hacia atrás, recargándose en la pared como si considerara su enojada pregunta.


-De hecho, siempre me he sentido orgulloso de ser ligeramente desvergonzado-


-Apostaría a que lo hace- refunfuñó ella.


-¿Ha dicho algo?-


-No- contesto ella- Solo que es usted un asqueroso y petulante hombre que no debería haber venido a mi casa.


Esto molesto a Draco de una manera poco común


-Bien ya que vamos a insultarnos, antes de comenzar debo aclararle que usted esta en mis manos y que de mi depende que todo Londres se entere o no de sus escapadas de la sociedad disfrazándose de criada


Hermione soltó un pequeño grito y antes de que fuera consciente de lo que iba a hacer se abalanzo sobre el vizconde golpeándolo


-Es usted un miserable, un… un…-


Draco la separo de su lado y Hermione se dio la vuelta, no quería verlo, pero tenia que hacerlo, ella no era una cobarde y era verdad que la tenia en sus manos pero no podía ser tan miserable como para exponerla públicamente.


-Bueno ya que se ha quedado sin palabras déjame decirte que te busqué -dijo Draco, su voz era intensa y estaba penetrando sus pensa­mientos.


Ella abrió más los ojos.


-¿Sí? -


-Llevo buscándote 7 años y durante todo este tiempo creí que eras una simple criada y resulta que formas parte de esta maldita sociedad.


-No debías enterarte de quien era en realidad


El Vizconde ignoro sus palabras y siguió hablando


- Toda la maldita tarde estuve parado frente a tu casa esperando verte salir de nuevo, pero ¡demonios! esperaba encontrarme con una criada y en su lugar me encuentro contigo-maldijo él-


-No debías volverme a ver- dijo ella – Nunca, no debiste venir esta noche


-¿Pretendes decirme que no pensabas decirme nunca quien eras en realidad? ¿Qué hubiese pasado si en lugar de encontrarte aquí esta noche te hubiera encontrado en la calle sin saber quien eras en realidad? ¿Te das cuenta? Habría pensado que no eras más que una criada disfrazada de noble, pude haberte entregado a la justicia y toda Inglaterra se hubiese enterado de tu mentira. Tu familia pudo quedar marcada como una traidora, por tu culpa


La última frase la dijo casi en un susurro.


Esto de alguna manera logro enfurecer a Hermione que cruzo los brazos a la altura de su pecho y le dijo con una leve nota de dolor en la voz


-¿Está determinado a arruinarme?-


Draco sintió una punzada de culpabilidad por su comportamiento cuando vio la abatida expresión de Hermione. Sus ojos almendraos brillaban suavemente con lágrimas contenidas, y su pelo parecía brillar como el fuego bajo la vacilante luz de la vela. Lo invadió la ternura y luchó contra la necesidad de sostenerla en sus brazos. Quiso tranquilizarla y protegerla, no arruinarla. Demonios, ni siquiera estaba seguro de por qué estaba allí, en primer lugar.


Pero sabía que tenía que luchar contra la extraña ternura que sentía por esta muchacha. Él todavía no había encontrado a una joven casadera que viera más allá de su título o su riqueza. Si se permitiera sentir algo más por ella, sabía que acabaría herido; e instintivamente supo que ella tenía el poder de herirlo más profundamente que cualquier otra.


Así que endureció su corazón y afiló su lengua.


-Estoy seguro que sus padres están muy orgullosos de usted- dijo él, su voz cargada de sarcasmo. -Tenía a la mitad de la aristocracia- la mitad masculina pensó el vizconde- babeando por usted. Estoy seguro de que puede esperar media docena de ofertas matrimoniales antes de que acabe el mes. Debería ser capaz de pescar un bonito título-


Hermione se estremeció visiblemente ante su ataque verbal.


-¿Cómo puede decir cosas tan crueles? Ni siquiera me conoce-


-Es una mujer- dijo él simplemente.


-¿Qué diablos tiene eso que ver con todo esto?-


Draco notó que absorta en su enfado, Hermione había soltado la almohada. Su piel se había ruborizado de cólera, y su pecho subía y bajaba con cada profunda inspiración. Draco pensó que parecía deliciosa, pero luchó por mantener su deseo bajo control.


-Las mujeres- explicó con paciencia, -se dedican desde los dieciocho a los veintiún años a afinar sus habilidades sociales. Y cuando piensan que están listas, salen al mundo, asisten a unos bailes, pestañean con coquetería y sonríen seductoramente, y atrapan a un marido. Cuanto más encumbrado sea el título y más dinero tenga, mejor. Y la mitad del tiempo, el pobre desgraciado, ni siquiera sabe cómo ha sucedido-


Hermione estaba obviamente abrumada y el horror se mostraba claramente en su cara.


-No puedo creer lo que acaba de decir-


-¿Se siente insultada- pregunto con ironía


-Completamente-


-No debería. Así son las cosas. No hay nada que usted o yo podamos hacer sobre esto-


Hermione sintió que la compasión disolvía su cólera con rapidez. ¿Qué le había sucedido a este hombre, que lo había vuelto tan duro y tan cruel?


-¿No ha amado nunca a nadie?- preguntó suavemente.


Draco alzó la vista bruscamente ante su suave pregunta y se sorprendió al ver verdadera preocupación en sus ojos, pero sobre todo al ver el giro que había tomado su conversación, pero aun así esa era una pregunta muy personal y ella do tenia porque conocer la respuesta.


-¿Y usted ha amado a tantos que es una experta?- le respondió él con voz igualmente suave.


-No de esa forma- dijo Hermione intencionadamente -Pero lo haré. Un día, lo haré. Y hasta entonces, tengo a mi padre, a mi madre, Ginny, Pansy, Ron y Harry. No podría pedir una familia más maravillosa y los amo a todos ellos. No hay nada que no hiciera por ellos-


Draco se encontró deseando ser incluido en ese privilegiado grupo.


-Sé que usted solo tiene a su madre- continuó Hermione recordando que hacia mucho tiempo su padre había muerto. Lucius Malfoy era un hombre bastante desagradable -¿No la ama usted?


-También tengo una prima y sí, lo hago- La expresión de Draco se ablandó por primera vez esa tarde y Hermione no pudo dejar de ver el amor que reflejaron sus ojos mientras él pensaba en su familia.


Él rió entre dientes.


-Tal vez tiene razón. Parece que hay algunas mujeres en el mundo que son dignas de amor. Lamentablemente, estoy emparentado con todas ellas-


-Creo que lo que está es asustado- dijo Hermione audazmente.


-Espero que tengas la intención de explicar ese comentario-


-Tiene miedo. Es más fácil cerrarse a la gente que amarlos. Si encierra su corazón tras un muro, nadie puede acercarse lo suficiente como para herirlo. ¿No está de acuerdo?- Hermione alzó la vista y se sobresaltó ante su intensa mirada. Maldiciéndose por ser una cobarde, apartó la mirada. -Usted... las... echo...- tartamudeó ella, luchando por mantener el coraje necesario para seguir hablándole de una manera tan franca. -Creo que usted no es mala persona. Obviamente siente un profundo cariño por su familia, así que debe ser capaz de amar. Solamente tiene miedo de hacerse vulnerable-


Draco estaba atónito tanto por su suave discurso como por su inquietante exactitud. Su sosegada disertación lo hizo sentirse sumamente intranquilo.


¿No se daba ella cuenta de que sus sensibles palabras podían atravesar su armadura con más eficacia que cualquier espada? Repentinamente incómodo, decidió cambiar de tema antes de que ella tuviera otra oportunidad de perturbarlo.


-Todavía no me ha dicho por qué, esta tarde estaba fuera y vestida de criada- dijo él bruscamente.


Hermione se sobresaltó ante el repentino cambio de conversación y la aspereza de su voz despertó de nuevo su ira.


-¿Por qué demonios iba yo a darle una explicación de mis acciones?-


-Porque insisto en que lo haga- contesto Draco en el mismo tono


-¿Qué? ¡Debe estar bromeando!- balbuceó Hermione -Es usted autoritario, arrogante, poco escrupuloso-


-Otra vez- la cortó Draco suavemente -me encuentro admirado ante su amplio vocabulario-


-Hay más de donde vinieron éstas- dijo Hermione con los dientes apretados.


-No lo he dudado ni por un solo instante-


-Por qué es usted insoportable, detestable y…-


-Allá vamos otra vez-


-…un ¡CERDO!- Hermione se tapó la boca con la mano cuando se dio cuenta de lo que había dicho, y comenzó a temblar silenciosamente de risa. Simplemente no pudo evitarlo. Recargada sobre la dura y blanca pared de forma poco elegante, se abrazó a si misma y echó atrás la cabeza riendo silenciosamente. Su cuerpo se estremecía sin control mientras ella trataba de contener las carcajadas. Lo absurdo de la situación la golpeó de repente y aunque sabía que debería hacer algo así como desmayarse, simplemente no podía evitar ver la parte divertida.


Draco contempló la risa de Hermione sorprendido. ¡Que una mujer pudiera ver la parte divertida de una situación tan comprometida era inconcebible! Y de pronto sintió que su risa era contagiosa. Su risa entre dientes se unió a la silenciosa risa de Hermione, mientras miraba sus pálidos y delicados hombros estremecerse.


Las risitas del Vizconde resultaron ser la perdición de Hermione y explotó en ruidosas carcajadas. Incapaz de controlar por más tiempo los temblores que sacudían su cuerpo, actuó como lo haría si hubiera sido Ginny o Pansy, en vez del Vizconde Malfoy quien estaba con ella y se dejó caer de manera poco elegante sobre una de las sillas que recién había colocado su madre ahí.


Draco la contempló fascinado. Sentada en la silla, con su melena tan parecida al fuego extendida en abanico sobre sus blancos hombros, ella no pareció notarlo. Perdida en su risa, estaba natural y sin artificio alguno, completamente inconsciente de su hambrienta mirada.


Pensó que era magnífica.


¿Cómo se las iba a arreglar para mantener sus manos apartadas de ella?

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