La frase de la semana

sábado, 10 de julio de 2010

Capítulo 9 - 18

Disclaimer: Los personajes que aparecen en esta historia le pertenecen a la maravillosa JK Rowling, a excepción por supuesto de los que se vayan agregando con el tiempo.

Comenzando con el Pie Izquierdo

Al siguiente día tuvieron clase de defensa, Draco ya estaba castigado y ahora le hacía falta que Hermione compartiera su misma suerte, no había podido dormir en toda la noche por pensar en el aspecto tan preocupado que tenia Hermione.

Y pensaba una y otra vez en los motivos que habían llevado a la castaña a actuar así algunos de ellos le decían que ella era así, no le gustaban los malos tratos para nadie y otros que le resultaban muy esperanzadores le decían que ella sentía algo por él. Pero desecho esta idea al decirse que ella no podía sentir algo por él, gracias a todos los insultos que le había dicho desde que se conocieron, además no creía que ella en serio lo quisiera a su lado, no era tonta y sabia que un Malfoy no sentía absolutamente nada.

El mismo lo sabía que su madre lo amaba pero al ser una Malfoy debía ocultarlo, además aun no sabía exactamente lo que sentía por Hermione pero estaba seguro de que pronto lo averiguaría

Ojoloco explico cuales eran los maleficios imperdonables pero antes le pidió a un alumno que dijera cuales eran. Los alumnos elegidos, estaban aterrados, porque no solo debían decirlo y explicarlo sino que prácticamente los quería obligar a efectuarlos ellos mismos, ninguno de ellos se atrevió, pero la única que se negó rotundamente fue Hermione.

-Dígame señorita Granger, ¿Cuál es el peor de todos los maleficios?-pregunto Ojoloco

-El maleficio asesino-contesto Hermione

-Explíqueme en qué consiste-pregunto Ojoloco

Hermione se le quedo viendo como si estuviera loco, aunque en realidad eso es lo que parecía así que prefirió contestar esto

-Creo que usted debería enseñarnos a defendernos y no a utilizar los maleficios-contesto Hermione, todos en el salón se le quedaron viendo como si se hubiera vuelto loca, esa no podía ser Hermione Granger, ella jamás le había contestado a un profesor así.

-Tal vez me equivoque de persona- dijo Ojoloco- no, estoy en lo correcto, aunque parece que la que ha olvidado con quien está hablando es usted-

Hermione pareció darse cuenta de la estupidez que había cometido pero no se arrepentía, no estaba dispuesta a estar en una clase donde los indujeran a formar parte de las artes oscuras.

-Señor, sé que no le conteste como debería pero no pienso contestar a su pregunta y mucho menos obedecerlo- dijo muy decidida Hermione

-¿No será que no sabes la respuesta, Granger? – Pregunto Draco riéndose y dándose cuenta de que esta era la oportunidad perfecta para hacer que la castigaran y tenerla cerca- O peor aún ¿temes que al practicarlo te guste?-dijo burlándose

-No seas imbécil Malfoy-contesto una Hermione bastante molesta.

-Muy bien, gracias a usted y su negación a aprender su casa perderá 10 puntos y usted le hará compañía al señor Malfoy durante todo el mes, compartiendo su castigo a partir de hoy.

-¡¿QUE?!-casi grito Hermione

-¡SI!-pensó Draco, tenía la sensación de querer brincar de un lado a otro pero se contuvo.

-No voy a volver a repetirlo - espeto molesto Ojoloco- y será mejor que se cambien el uniforme, será un trabajo muy sucio-les dijo con una sonrisa

Cuando termino su clase Hermione tuvo que enfrentarse a Harry y Ron

-¿Por qué has hecho eso Hermione?- pregunto Ron

-Tú no eres así- dijo Harry

-Lo sé, pero es que Ojoloco no puede obligarnos a hacer algo así-Dijo Hermione

-Eso lo sabemos, Hermione, pero no preguntamos eso sino que por qué actuaste así-dijo Harry

-No lo sé-contesto Hermione

Todo el día se la paso mirando de reojo a Draco y pensaba

-¿Cómo será pasar todas las tardes con Draco?, ¿Podre conocerlo mejor?, ¿Me hará sentir mal?, ¿Me humillara?, ¿nos llevaremos bien?-

Pero aparte de las preguntas la sensación que tenia de querer que el tiempo pasara rápido era… maravillosa, jamás se había sentido nerviosa por algo que no fuera un examen y la espera la estaba matando, pero el tiempo parecía estar en su contra, entre mas quería que fuera rápido parecía que se había quedado estancado en una hora.

Media hora antes del castigo, Hermione se había puesto un chándal estaba cómoda, pero algo dentro de ella le decía que debió haberse puesto algo bonito y momentos después su mente le reprocho diciendo – vas a cumplir un castigo Hermione no a una cita con Malfoy- ¿una cita? ¿Acabas de decir una cita? Malfoy jamás tendría una cita contigo- y eso le dolió

Draco por su parte, se había arreglado con lo que él consideraba la ropa más vieja que tenia, llevaba unos jeans que parecían recién comprados y una playera tipo polo en color negro con una sudadera a juego, de hecho lucia bastante guapo, pero él consideraba que parecía un simple muggle.

Llego quince minutos antes del castigo toda la tarde se había pasado pensando en Hermione, ni siquiera les había prestado atención a “sus amigos” en la sala común. Lo único que les había podido decir eran “si” y “no” incluso cuando Pansy le había preguntado por sus padres él le contesto “si” Pansy volvió a preguntarle y el siguió contestando “si o no” a todo lo que le preguntaban hasta que ella se harto y se fue.

No pudo alejar el rostro de Hermione ni un solo segundo del día y estaba más que ansioso porque llegara la dichosa hora de castigo, esperaba que solo estuvieran ellos dos y Ojoloco se fuera.

-¡¡¡POR FIN!!!- exclamo Hermione era hora del castigo

Llego justo a tiempo ahí ya estaba Moody

- ¿Dónde está Malfoy? Pregunto Hermione estaba ansiosa por verlo

-Aquí estoy, Granger ¿Me extrañaste? Pregunto Draco que estaba contra la pared quedando oculto por la puerta

Hermione quiso decir -Si te extrañe mucho ¿y tú a mí? –pero se mordió la lengua y en su lugar dijo

-Eso quisieras-

Después de decirlo ambos se quedaron mirando fijamente, Hermione pensaba- luce tan guapo, debería ser un delito ser tan guapo, debí arreglarme un poco- mientras lo miraba con un brillo especial en los ojos- ¿pero qué piensas? Estas en un castigo no en un desfile de modas

Draco por su parte pensaba –hasta con esa horrible ropa luce muy bien, ¿Por qué me mira así?, ¿le gusto? Eso sería maravilloso, un momento acabo de decir ¿maravilloso? Reacciona Malfoy-

Pero Moody lo interrumpió diciendo que tenían que ordenar cada animal que ahí había y limpiar las estanterías así como las bancas y el pizarrón, después se dirigió a la puerta y dijo

-Vendré 10 minutos antes de las nueve y espero que todo este reluciente

Salió y Draco y Hermione se quedaron mirando sin saber muy bien que debían hacer, no le habían prestado atención, estaban muy sumidos en sus delirios en los que los protagonistas eran ellos dos juntos.

Sus pensamientos no estaban muy lejos uno del otro los dos pensaban en lo que pasaría en todo el mes juntos, los dos solos en un aula.


Todo puede suceder durante un castigo

Podrían haberse quedado mirando durante todo el castigo de no ser por el piqueteo de una lechuza en la ventana.

Draco dejo de mirar a Hermione y se dirigió a la ventana para dejar pasar a la lechuza, traía una nota para él.

Draco

Cuando termine tu castigo ven a mi despacho.

S. Snape

-Emm, ¿Draco?-hablo Hermione

-¿Si?-le contesto el rubio

-Tenemos que limpiar- le recordó la castaña

-Si-dijo Draco

Era la primera vez que el solo le respondía con monosílabos y no era solo eso lo que había llamado su atención si no que el parecía que acababa de regresar de un largo viaje a otro mundo, estaba como ido, pero aun así le parecía bastante guapo y no podía dejar de mirarlo.

Draco, por su parte sabía muy bien lo que querría Snape y no estaba dispuesto a escucharlo por casi una hora así que no iría, ahora lo único que le importaba era compartir este momento con Hermione, quería conocerla más y descubrir que era lo que sentía exactamente por ella. El se giro y pudo ver que ella lo observaba.

-¿Hermione?-pregunto curioso

-¿Si?-respondió Hermione

-¿Cómo vamos a limpiar?-le pregunto Draco aunque eso no era lo que en realidad deseaba decir

-Tendremos que ir con Filch para que nos de trapos, cubetas y un poco de agua

-¿No podemos conjurar todo eso?- pregunto el rubio

-No. El profesor Moody dijo que nada de magia, así que vamos por las cosas que necesitamos para empezar a limpiar- dijo Hermione

Llegaron con Filch y este les dio las cosas contestado de muy mal modo y diciendo “que lastima que ya no los castiguen como antes, extraño sus gritos de dolor” pero ninguno de los dos se molesto en contestar, Draco por que lo consideraba una pérdida total de energía y Hermione porque suponía que para Argus Filch ser un Squib debe ser difícil.

Regresaron al salón y comenzaron a limpiar en silencio, se colocaron uno a cada lado del salón.

Draco quería poder conversar con ella pero no quería dar el primer paso, pero se estaba muriendo por escuchar su voz y Hermione no se quedaba atrás solo que ella no solo quería hablar con él y escuchar su voz si no también quería darle las gracias así que ella comenzó

-Gracias-dijo Hermione

-¡¿Qué cosa?!- pregunto el

-Gracias-repitió Hermione- por haberme salvado, si no hubieras llegado, ahora estaría muerta

Draco sintió un agudo dolor en el pecho de solo pensar que Hermione estuviera muerta

-No fue nada-contesto el

-¿Por qué lo hiciste?- pregunto Hermione

-Aun no se-contesto Draco

-Pues sea lo que sea que te haya pasado ese día, lo agradezco, te debo mi vida- dijo casi con devoción hacia él.

-No es para tanto, Granger. Cualquiera lo hubiera hecho- le dijo él.

-No estoy segura de eso, pero me alegro de que hayas sido tu el que apareció para ayudarme- dijo ocultando el rostro par que él no pudiera ver que se había sonrojado.

-Bueno dejemos de platicar, tenemos que terminar-dijo el rubio

Hermione se coloco a su lado al ver que Draco solo pasaba el trapo por encima de todo y no limpiaba nada.

-Así no se hace- le dijo Hermione – debes humedecer el trapo y frotarlo contra los muebles para que todo el polvo se quite

-¿Y cómo rayos iba a saber yo eso?-le dijo el rubio un poco molesto –Jamás en toda mi vida había limpiado algo.

-Lo sé Malfoy, por eso te estoy enseñando- le dijo Hermione intentando ocultar una risa pero no pudo aguantar mucho y se le escapó.

Draco al verla reírse de él, se enojo mucho más, pero no tardo en imitarla al ver lo estúpido que parecía que una hija de muggles le enseñara algo.

-Granger ¿Te preocupaste por mi?- Le pregunto Draco después de que ambos dejaron de reírse, el no había querido preguntarle eso, pero quería saber la respuesta

-Si – contesto Hermione- Moody no debió hechizarte- dijo enfadada la castaña

-¿Por qué?- pregunto Draco

-¿Por qué, que?-le pregunto ella

-¿Por qué te preocupaste por mi?- le pregunto el- Desde que nos conocemos te he hecho la vida miserable, has sido el blanco de todas mis burlas y no solo mías, sino de todos los de mi casa y ahora tú te preocupas por mí, no lo entiendo. Digo, si alguien me hubiera tratado como yo lo hice contigo, al verlo en el mismo estado que yo estuve, lo primero que habría hecho hubiera sido reírme de él, hacerlo sentir miserable.

-Yo no podría hacerle eso a nadie, ni mucho menos a ti, es cierto que me has humillado pero te debo mi vida, estoy en deuda contigo.

-Entonces ¿Solo te preocupaste por mi porque tienes una deuda conmigo?- Pregunto dolido

-¡No!- casi grito la castaña- lo hice porque no quería… - pero se cayó-

-¿No querías qué?- dijo el tratando de que ella terminara la frase

-No importa, debemos seguir limpiado- contesto Hermione

Los dos se quedaron callados por un rato hasta que el hablo de nuevo

-¿Por qué eres así, Granger? ¿Por qué defiendes a todos? ¿Por qué no me guardas rencor? ¿Por qué?- pregunto Draco

-Siempre he sido así, no existe un motivo para ser diferente- le contesto

El tiempo paso muy rápido para ellos, sentían que apenas llevaban unos minutos ahí cuando Moody apareció

-Bien, veo que han avanzado en su castigo y que no se han matado mutuamente. ¿Le gusto sentirse como un muggle, Señor Malfoy? Espero que si porque aquí pasara mucho tiempo y usted también Señorita Granger aunque para usted no debió ser tan difícil como para el Señor Malfoy, debe estar acostumbrada a hacer las cosas sin magia. Déjeme decirle que usted me agrada, Señorita Granger, es muy inteligente pero muy terca. Bien como veo que han terminado por hoy, pueden irse, pero antes de ir a su sala Señor Malfoy, deberá acompañar a la Señorita Granger a la suya. Los dos se quedaron viendo, primero entre ellos y después a Moody, parecía que quería que pasaran tiempo juntos y de forma inconsciente se lo agradecieron.

-No queremos que le pase nada a una de las alumnas más valiosas de todo Hogwarts- dijo Moody como para aclarar su petición.

Después de que salieron del aula se dirigieron a la torre de Gryffindor, se miraban de reojo creyendo que no se veían entre ellos

Cuando por fin llegaron a la torre los dos se miraron y sintieron un vacio, había sido una buena tarde-noche para ambos.

A pesar de que fue un castigo, habían disfrutado de la compañía del otro.

-Hasta mañana- se despidió Hermione

-Nos veremos en el castigo- contesto Draco

-¿No te veré en clase?- pregunto Hermione

-Mañana no, no tenemos ninguna clase juntos- dijo un algo triste el rubio- o por lo menos no tu y yo, pero yo si tengo con Potter y Weasley-

-A si- dijo Hermione acordándose que ella tomaba clase de Runas Antiguas con los Ravenclaw a la hora que los demás Gryffindors tomaban Adivinación con los Slytherins.

-Hasta mañana Granger- le dijo el rubio dándose la vuelta

Esa noche los dos pensaron que su castigo no sería tan malo si con ello lograban conocer mejor al otro, ambos sabrían que era exactamente lo que sentían.

Aparte de eso, los dos compartieron el mismo sueño en el, ambos eran felices al lado del otro.

Al otro día ambos estaban desesperados por que llegara la hora de castigo y cuando por fin llego Hermione se quedo con la boca abierta al ver al Slytherin. Draco lucia diferente, parecía estar muy feliz, pero no era eso lo que la dejo con la boca abierta, sino que él llevaba puesta una camiseta negra de manga corta no muy pegada pero que dejaba ver sus brazos y aunque no están muy desarrollados los músculos de estos, lo hacían ver tremendamente sexi.

Draco también miraba a Hermione, ella también parecía estar muy feliz, tenía un brillo que nunca antes le había visto pero pensó que algo bueno debió de pasarle en el día y ya que habían empezado a llevarse bien tal vez podría preguntarle. Pero tal vez aun no era tiempo como para que decidiera tratarla bien, después de todo seguía siendo Granger, la sangre sucia.


Su relación fue mejorando con el paso de los días, ya casi terminaba su castigo, solo faltaban dos días habían llegado a conocerse mejor de lo que alguna vez pensaron, aun no eran amigos pero se llevaban bien, pero eso solo sucedía durante las horas de castigo y aunque durante el resto del día ya no peleaban como lo hacían antes, ahora solo se molestaban cuando estaban rodeados por los amigos de ambos. El había dejado de llamarla “Granger” cuando estaban solos y ella “Malfoy”.

Draco cada día pensaba más en Hermione y deseaba profundamente tenerla entre sus brazos y poder besarla. Había cambiado un poco cuando estaba con los demás Slytherins, ya no parecía ese chico duro e inalcanzable, de hecho parecía un chico enamorado, siempre que la veía le dirigía una tímida sonrisa. El no estaba seguro de lo que sentía Hermione, habían hablado, si, pero nunca de ellos, ella le había hablado de Ron y de Harry y de lo mucho que los quería, pero jamás le había dicho si le gustaba alguno de ellos, aunque el sospechaba que le gustaba Ron. El por su parte le había hablado de Pansy y Zabini, no se había atrevido a decirle que no los consideraba sus amigos, aun no podía abrirse totalmente con ella y eso lo molestaba profundamente.

Draco había aprendido que Hermione era una mandona incorregible, que siempre estaba hablando, que su color favorito era el morado, que le gustaba el Pay de queso que hacia su madre, que su lugar favorito era el lago Grasmere, que era alérgica a los perros, que detestaba volar y sobre todo odiaba que le dieran ordenes.

Hermione por su parte, siempre tenía una sonrisa en su rostro, parecía que le había sido grabada porque nunca se le borraba. Durante el día cumplía con cada uno de sus trabajos pero ni un solo minuto dejaba de pensar en Draco, el tiempo que habían pasado juntos le había servido para darse cuenta de que estaba enamorada de él. Y le aterraba la idea de que él no le correspondiera.

Hermione había aprendido que a Draco le gustaba leer al aire libre, que detestaba a los sapos, que su lugar favorito era el lago Bled, que odiaba la piña, que adoraba a su madre aunque nunca lo dijera, que no le gustaba sentirse débil ante nadie, que sus colores favoritos eran el azul y el verde, que adoraba la navidad.

Aun así, se sentía feliz porque se había dado cuenta de que él no era el tipo malo que todos creían, se había dado cuenta de que ocultaba quien era en realidad, porque en su casa lo que importaban eran las apariencias y si él se mostraba débil, lo destruirían.

Le gustaba cada vez que se encontraban en los pasillos y después de molestarla un poco él le sonreía, era una sonrisa tímida, pero después de todo era SU sonrisa, esa era solo de él para ella.


Cada vez que Draco y Hermione se veían en los pasillos a espaldas de sus amigos cuando los acompañaban se dirigían miradas, algunas de ellas muy tiernas por parte de ella y miradas menos frías por parte de él. Pero siempre acompañadas de una sonrisa tímida.

Las clases se estaban haciendo más difíciles y duras que nunca, en especial la de Defensa Contra las Artes Oscuras. Para su sorpresa, el profesor Moody anunció que les echaría la maldición Imperius por turnos, para mostrarles su poder como y para ver si podían resistirse a sus efectos.

-Pero... pero usted dijo que eso estaba prohibido, profesor -le dijo una vacilante

Hermione, temía volver a ganarse un castigo, aunque- pensaba- si es con Draco, lo acepto- Usted dijo que usarlo contra otro ser humano estaba...

-Dumbledore quiere que les enseñe cómo es -la interrumpió Moody, girando hacia Hermione el ojo mágico y fijándolo sin parpadear en una mirada sobrecogedora- Si alguno de ustedes prefiere aprenderlo del modo más duro, cuando alguien le eche la maldición para controlarlo completamente, por mí de acuerdo. Puede salir del aula- Señaló la puerta con un dedo nudoso. Hermione se puso muy colorada, y murmuró

-No quería decir que deseara irme-

Harry y Ron se sonrieron el uno al otro. Sabían que Hermione preferiría beber pus de bubotubérculo antes que perderse una clase tan importante.

Moody empezó a llamar por señas a los alumnos y a echarles la maldición imperius.

Dean Thomas dio tres vueltas al aula a la pata coja cantando el himno nacional, Lavender Brown imitó una ardilla y Neville ejecutó una serie de movimientos gimnásticos muy sorprendentes, de los que hubiera sido completamente incapaz en estado normal. Ninguno de ellos parecía capaz de oponer ninguna resistencia a la maldición, y se recobraban sólo cuando Moody la anulaba.

-Potter —gruñó Moody- ahora te toca a ti.

Harry se adelantó hasta el centro del aula, en el espacio despejado de mesas.

Moody levantó la varita mágica, lo apuntó con ella y dijo:

-¡Imperio!

Ojoloco le ordeno que saltara la mesa y Harry flexionó las rodillas, preparado a dar el salto.

-Salta a la mesa- volvió a repetir Moody

Pero Harry no se movía, Hermione estaba asustada por su amigo, sabía que si no podía resistirse completamente, saldría lastimado.

-¡Salta ya!- volvió a repetir Moody

Harry intento saltar pero termino pegándose en la cabeza contra la mesa y esta se volteo provocando que Harry cayera al suelo golpeándose las rodillas tan fuerte que incluso se pudo oír el crujido de su rotula. Hermione se levanto para ayudar a su amigo, pero se detuvo cuando Moody le hizo señas de que se alejara.

Draco se sintió molesto por el impulso de Hermione hacia Harry, e incluso tuvo ganas de agarrarla del brazo y alejarla lo más posible de él.

Moody dijo que Harry había intentado resistirse y lo obligo a repetirlo cuatro veces hasta que por fin pudo resistirse totalmente. Cuando salieron de clase Hermione y Draco se miraron, ella le sonrió y él le dirigió una mirada al principio un poco molesta pero después la relajo y también le sonrió.


El último día de castigo

Hoy era el último día de septiembre y eso solo significaba una cosa, hoy terminaba su castigo.

No había pasado gran cosa en las vidas de Harry, Ron y Hermione, bueno si, la vida de Hermione si que había cambiado, quien lo diría, estaba enamorada, ella la chica rara del colegio, la sabelotodo o la que creía saberlo todo, estaba enamorada, muy enamorada y era de quien menos se imagino, de su peor enemigo, su némesis personal, de la serpiente líder de los Slytherin, Draco Malfoy.

El último día de su castigo llego y con ello la tristeza de ambos, aunque la que más la mostraba era Hermione, que parecía que de un momento a otro se soltaría llorando.

Draco por su parte lamentaba mucho ya no poder compartir unas horas con la castaña en las cuales no hubiera burlas ni malas contestaciones, pero no sabía qué hacer para evitarlo.

-Hoy es el último día de nuestro castigo-dijo Hermione triste

-Lo sé- dijo Draco que no estaba mejor que ella

-Ya no podremos vernos- dijo Hermione mientras limpiaban los frascos de las tarántulas

-Nos veremos, no seas tonta, ya no tan seguido como ahora, pero nos veremos en clases y en los pasillos - dijo Draco

-Eso lo sé, me refiero a que pasar todos las tardes del mes contigo no fue tan malo como pensaba, de hecho me agrado- dijo Hermione un poco roja y para evitar que Draco la viera se dio media vuelta, Draco se acerco a ella y la tomo por los hombros.

-Vamos Hermione, no estés triste, si tanto te gusta mi compañía podemos seguirnos viendo por las tardes, pero ya no será aquí- dijo Draco que se sentía igual que Hermione.

-Un lugar en el que no puedan vernos- dijo Hermione con lo que parecía ser una sonrisa

-Debe ser un lugar dentro de Hogwarts-continuo Draco

-¡Cerca de la biblioteca hay una puerta donde antes estaba el espejo OESED ahí podemos vernos!, Filch casi nunca pasa por ahí- dijo Hermione

-Se donde está. Dijo Draco- Nos veremos ahí a las siete

-Sí, así podremos seguir platicando como cada noche- dijo Hermione

-Hermione ¿Puedo preguntarte algo?-dijo el rubio

-Si- contesto una Hermione más feliz

-¿Por qué quieres pasar tiempo conmigo?- pregunto Draco

Era una pregunta que Hermione no se esperaba pero de la cual sabia la respuesta

-Yo, mmm, me gusta estar contigo y…- pero no pudo seguir porque tenía un nudo en la garganta pero se acerco a él y lo abrazo, lo abrazo tan fuerte como si temiera que de un momento a otro desapareciera.

Draco se tenso por un momento, pero luego se relajo y la rodeo con sus brazos, estuvieron abrazados hasta que se separaron lo justo para poder ver sus rostros, estaban tan cerca el uno del otro que sus alientos se confundían.

El pensaba en lo bonita que se veía, y en ese mismo instante, mientras se perdía en sus ojos, se dio cuenta de que la deseaba, la deseaba mucho, oh por dios como la deseaba, la deseaba más de lo que alguna vez pensó que desearía a alguien, pero no la amaba, o eso es lo que intentaba creer porque se lo repetía una y otra vez.

-Hermione- susurro Draco y antes de que ella pudiera decir algo, él la beso.

Fue un beso rápido en el que solo sus labios se rozaron, en el que apenas pudieron hacer contacto porque ella se separo y el la miro, solo la miro.

Hermione deseaba tanto ese beso, pero se asusto, jamás en su vida la habían besado y temía no hacerlo bien, estaba sorprendida, pero quería mas, se arrepintió de haberse alejado de él y dijo

-Lo siento-

-Pues yo no- dijo Draco

-¿Qué?- Hermione pensó que lo había arruinado y que nunca más volvería a sentir esos labios tan cálidos y suaves sobre los suyos. Pero el continuo

-No lamento haberte besado, solo hice lo que quería- dijo Draco -y lo que he deseado hacer desde hace mucho tiempo- pensó

Ella se alegro al escuchar eso y no era la única, su corazón parecía haberse vuelto loco de la alegría, estaba latiendo a toda velocidad.

Draco deseaba completar el beso en el que tanto había pensado.

-Bésame- susurro Hermione

Draco sonrió

-Siempre estas dándome órdenes

-Bésame- volvió a repetir Hermione

-¿Estás segura?-le dijo sonriendo- porque si lo hago, puede que no sea capaz de sol…-

No pudo terminar la frase por que Hermione lo tomo de la cabeza y lo atrajo hacia ella.

Draco se rio contra sus labios y la rodeo con los brazos con fuerza. Hermione abrió la boca dándole la bienvenida, gimiendo de placer cuando Draco introdujo su lengua en su boca y exploro su calidez. Hermione dejo que sus manos exploraran la nuca del rubio y el empezó a juguetear y lamer sus labios ambos parecían estar ardiendo y a pesar de estarse quedado sin oxigeno desean mas el uno del otro, deseaban fundirse hasta ser uno solo. Cuando ya no tuvieron ni un poco de oxigeno, se separaron, pero no dejaban de mirarse.

Draco la miraba y lo único que pensaba es que le gustaría estar así siempre con Hermione, sentirla entre sus brazos y con ese color en las mejillas que la hacía ver aun más atractiva y adorable.

Los dos tenían las sonrisas más grandes que alguna vez pudieran llegar a pensar.

-Te quiero-dijo Hermione

Draco se quedo pasmado por un segundo, en el cual miles de sensaciones recorrían su cuerpo a una velocidad impresionante, todas eran placenteras.

-Y yo a ti- contesto sintiéndose molesto por no ser capaz de poder decirle también un “te quiero”.

Los dos volvieron a sonreír.

El resto del castigo se la pasaron riéndose y besándose.

Estaban en medio de un dulce beso cuando escucharon pasos en el pasillo, así que tuvieron que separarse, el sujeto que estaba en el pasillo era Moody.

-Bien, parece que todo está en orden así que pueden irse. Ah, señor Malfoy, no olvide que debe acompañar a la señorita Granger.

-No tiene que decirme lo de nuevo- murmuro tan bajo que solo Hermione pudo escucharlo.

Todo el camino lo hicieron tomados de las manos, pero no lograban dar ni diez pasos seguidos antes de pararse para regalarse tiernos besos.

-¿Cómo he podido pasar tanto tiempo molestándola cuando pude haber hecho esto antes?- pensó Draco mientras besaba a Hermione.

-¡¡¡Me quiere, Draco me quiere!!! – pensaba Hermione mas que feliz.

Por fin llegaron a la torre y los dos se despidieron.

-Nos veremos mañana a las siete en el lugar acordado

-Sí, nos vemos mañana descansa- le dijo Hermione depositando un beso en los labios de Draco.

-Tú también- le contesto Draco

Draco la amaba, ella lo era todo para él, pero aun no podía decírselo, temía que ella se asustara, hasta ahora lo único que le había dicho era que lo quería, pero no que lo amaba y aunque ella le hubiera dicho que lo amaba él no estaba seguro de poder decirlo, y se detestaba por eso, porqué no era capaz de decirle ni un simple “te quiero”.

Hermione sabía que lo amaba, que él a partir de ahora lo era todo, estaba segura de que ella ya no se pertenecía a sí misma, ahora le pertenecía a él. Pero no estaba segura de que el también la amara y necesitaba que él se lo dijera, pero por ahora era feliz con el simple hecho de estar a su lado.

Cuando los dos llegaron a sus respectivas camas lo único en lo que podían pensar era en cada uno de los besos que se habían dado.

Ambos estaban de acuerdo aun sin saberlo, en que ese día, 30 de septiembre, era el mejor día de sus vidas y que así pasaría a su memoria.


Primer día Juntos

Al día siguiente Hermione despertó mucha antes que cualquier otra persona, pero eso no era lo raro porque ella siempre se levantaba antes que cualquier otra persona, lo raro era que no se había quedado en su habitación o en la sala común de Gryffindor como hacia siempre después de su baño matutino, lo raro fue que salió prácticamente corriendo de la torre para ir al jardín que estaba junto al lago. Le gustaba sentarse ahí para pensar en lo que le causaba emoción, algunas veces se ponía a hablar sola para desahogarse pero hoy estaba feliz, ya deseaba que llegara la noche para ir al aula en donde se vería con Draco.

Esta sería su primera velada con él como… espera un momento ¿Qué eran? ¿Novios? El no le había dicho nada después de haberse besado, pero aun así estaba segura de que esta noche el se lo pediría, esta noche se convirtieran en novios oficialmente, todo sería perfecto y maravilloso.

*** Draco por su parte, se despertó diez minutos antes de las seis de la mañana, estaba feliz, anoche después de recordar a Hermione y cada uno de sus besos, se quedo dormido, pero ni en ellos dejo de aparecer Hermione. Después del baño más corto de toda su vida (generalmente se tardaba hora y media en el baño) se alisto y salió directo a la lechucería para enviarle un mensaje a Hermione donde le decía que se alistara porqué quería estar con ella antes de ir a clases, le escribió también que la esperaba fuera de la torre. La lechuza se tardo más de lo previsto pero regreso con la contestación de ella en el reverso del papel donde le decía que lo vería en el jardín que estaba junto al lago.

Draco corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron y por fin llego al lado de Hermione, se veía preciosa, había algo en ella que había cambiado, no sabía exactamente qué pero la hacía verse más hermosa de lo que era.

-Hola- dijo Hermione un poco sonrojada, ella también había corrido para llegar antes que Draco.

-Hola- contesto Draco- ¿Dormiste bien?- pregunto

-Sí, ¿y tú?- le pregunto ella

-Si- le contesto aunque en realidad deseaba decirle que tuvo la mejor noche de toda su vida.

Se quedaron en silencio por unos momentos hasta que ella se le acerco y le tomo la mano mientras le decía

-Te extrañe-

-Y yo a ti- le contesto el

-¿Dónde estabas?-pregunto el

-Tenía cosas que hacer antes de ir a clases- contesto Hermione

-¿Y puedo saber qué?- pregunto Draco

-Mmm, ahora no, pero ya te enteraras- le dijo mientras le daba un beso en la nariz, por lo que él hizo una mueca bastante graciosa simulando estar molesto.

-Prefiero que los besos me los de en otra parte en lugar de mi nariz- dijo él.

-¿Así? ¿En dónde?- pregunto Hermione con una picara sonrisa

-¿No adivinas?- pregunto él mientras jugaba con un mecho de su pelo

-No- le contesto ella aun más divertida por la actitud de Draco.

-Pues aquí…-dijo mientras tocaba sus labios y la miraba juguetonamente.

-Sí, yo también los prefiero ahí-dijo mientras rodeaba el cuello de Draco con sus brazos y se fundían en un tierno beso

Escucharon algunas risas provenientes del pasillo y se separaron, el puso cara de estar molesto y ella se limito a sonreír mientras tocaba su mejilla.

-Vamos Draco, tenemos clase-le dijo Hermione todavía riendo

-No quiero-le dijo él un tono que a Hermione le recordó como si estuviera tratando con un niño pequeño-hoy no vayamos a clases, quiero que pasemos todo el día juntos aquí o podemos ir a Hogsmeade y regresar hasta la noche a la hora de cenar.

-No podemos, Harry y Ron me buscaran y si no te ven a ti podrían sospechar que me hiciste algo-le dijo Hermione

-Está bien, pero nos veremos en la noche ¿verdad?- le pregunto Draco

-Claro, a las siete-le dijo ella

Todo el día se la pasaron como en otro mundo, Hermione no podía ocultar su felicidad, mientras que Draco hacia hasta lo imposible por parecer que nada había cambiado, cuando estaba con los miembros de su casa se comportaba como siempre, pero cuando veía a Hermione casi no podía ocultar la sonrisa que luchaba por salir, así que se reía de cualquier cosa que dijeran los demás.

Después de que terminaran sus clases Draco se despidió de Blaise, Crabbe, Goyle y Pansy diciéndoles que iba a ver a el Profesor Snape cosa que era una total mentira, pero lo había dicho porque sabía que ese era el único lugar en el que sus amigos no se atreverían a ir a buscarlo a menos que fuera algo muy grave y en lugar de ir ahí, se fue directo al salón del espejo OESED, para decorarlo completamente y tener una bonita velada con Hermione.

Pensó que a ella le gustaría algo romántico así que utilizaría la magia para lograr que todo fuera perfecto.

Creo una ilusión perfecta de la playa, se podía incluso sentir la brisa del mar, a la orilla de este coloco una mesa en la que planearía cenar con ella y la rodeo con velas.

A la entrada del salón creo otra ilusión que hacía parecer que todo seguía igual.

Cuando el reloj marco las 5 en punto Hermione comenzó a arreglarse, nunca antes había salido con un chico y mucho menos había estado cerca de alguien que se pareciera en lo más mínimo a Draco Malfoy, así que estaba muy nerviosa, tampoco nunca antes se había preocupado tanto por su aspecto y ahora no sabía que ponerse, pero después de revolver todo su armario encontró algo que le pareció bien. Se puso unos jeans con un sweater verde. Era algo sencillo pero así le gusto.

Cuando por fin llego la hora de verse, Draco la esperaba cerca de la biblioteca, el vestía unos jeans negros con una camiseta azul obscuro y saco gris, cuando ella llego prácticamente corrió a sus brazos y se besaron.

-¡Hola!- le dijo Hermione cuando se separaron

-Me gusta tu forma de saludar, pero ¿Así saludas a Potter y Weasley?- le dijo con una sonrisa

-¡No seas tonto Draco!- le dijo Hermione poniéndose roja y riendo

-Bueno solo era curiosidad- le dijo abrazándola mas fuerte

-Mmm, bueno ¿nos vamos?- le dijo ella

-Si- contesto el

-Hice algo para ti, espero que te guste-dijo Draco

Cuando entraron Hermione solo se le quedo mirando y dijo

-Mmm lindo-

-Ja ja ja ja Esto no es lo que hice, te lo mostrare solo cuando pagues el precio por verlo- le dijo riendo

-¿Y cuál es el precio? –pregunto ella teniendo una leve idea de lo que quería Draco

-¿Cuál crees que sea?- dijo mirando tentativamente sus labios

-Esto- dijo mientras lo besaba

-Bueno ahora que ya lo pagaste, es justo que lo veas

Draco quito el hechizo y le mostro lo que había hecho, Hermione se quedo con la boca abierta,

-Es muy bonito Draco-

-Qué bueno que te gusto, ¿nos sentamos?

-Si-

Pasaron una bonita velada juntos y cuando se acercaba la hora de despedirse él le dijo

-Te acompaño a tu sala

-está bien- contesto ella

Cuando llegaron el se armo de valor y le pregunto

-Hermione, se que debí preguntártelo ayer y espero que no sea tarde y mucho menos que se le reste valor pero ¿Quieres ser mi novia?-

-Oh, Draco por supuesto que sí, te amo- le contesto una Hermione más que emocionada

-Y yo a ti Hermione, y yo a ti- algún día le diré que la amo con todas sus letras- pensó Draco-Mañana les diremos a todos que somos novios- le dijo Draco.

-¿Estás seguro?- pregunto Hermione- yo sigo siendo una sangre sucia y tu el príncipe de Slytherin.

-Nunca vuelvas a decir eso, ¿entiendes? – Le dijo mientras tomaba su rostro entre sus manos- para mí ya no eres una sangre sucia y yo no soy el príncipe de Slytherin, cuando estamos juntos solo somos Hermione y Draco, no somos una Gryffindor ni un Slytherin, solo somos Hermione Granger y Draco Malfoy, solo somos tu y yo y nadie más.

-Oh Draco ¡¡¡Te amo tanto!!!- le dijo Hermione mientras rodeaba su cuello y lo besaba apasionadamente.

-Y yo a ti Hermione, y yo a ti- volvió a repetir- mañana vendré por ti para ir juntos a desayunar ¿te parece?-

-¿Quieres decirlo en el desayuno?- pregunto Hermione sobresaltada

-¿Prefieres decírselo sola a Potter y Weasley?- pregunto Draco

-Sí, creo que si estas cerca cuando se los dijo querrán matarte- dijo Hermione poniendo cara angustiada

-¿Y crees que yo los dejaría matarme?- pregunto Draco poniendo una mueca

-Dudo que los dejes y es por eso que no quiero que estés cerca, te amo, pero ellos son mis amigos y no quiero que a ninguno de los tres les pase algo.

-Mmm está bien, solo por ti no los matare- dijo riendo

-Draco- dijo Hermione intentando reprenderlo pero termino riendo con el

-De acuerdo- le dijo dándole un beso- Entonces no vengo por ti mañana ¿Verdad?-

-No, pero nos veremos en el almuerzo-

-Está bien, si no hay más remedio- dijo levantando los hombros

Tardaron más tiempo del planeado para despedirse, mañana tendrían que enfrentar a sus respectivos amigos y tal vez a sus casas enteras pero sabían que no estaban solos, ahora se tenían el uno al otro y eso los hacía sentirse invencibles.


Noticia: Draco y Yo ¡¡¡SOMOS NOVIOS!!!

Por fin amaneció y Draco y Hermione deseaban compartir con todos su felicidad.

Hermione casi no pudo dormir pensando en cómo se los diría a sus amigos había ensayado muchas veces frases que iban desde ¿Adivinen qué? Estoy enamorada y no se imagina de quien o les tengo una sorpresa, tengo novio y es Draco Malfoy hasta Draco y yo estamos juntos y lo amo más que a nadie en el mundo.

Por fin llego la hora de bajar a desayunar, Harry y Ron la esperaban en la sala común

-Hola Hermione- dijeron los dos casi al mismo tiempo

-Hola chicos- contesto Hermione su voz sonó un poco nerviosa y Harry lo noto

-¿Estás bien?- pregunto Harry

- Si- porque lo preguntas- dijo Hermione

-Tu voz suena como si estuvieras nerviosa

-Si es cierto no me digas que tenemos examen y que no me acorde- dijo Ron asustándose

-No Ron, no tenemos examen- dijo Hermione con una risa nerviosa

-Que bien porque no he estudiado nada- dijo Ron soltando un suspiro

-¿Chicos?- dijo Hermione poniéndose más nerviosa de lo que ya estaba

-¿Qué pasa Hermione?- dijo Harry

-mmm tengo algo que decirles- dijo al ver que estaban llegando al comedor

-Suéltalo- dijo Ron

-¿Prometen no enojarse y no matar a nadie?- pregunto Mione

-¿Por qué preguntas eso Hermione? ¿Acaso hay alguien a quien querríamos matar? No me digas que Malfoy te hizo algo porque entonces sí que lo mato

-Lo matamos- dijo Ron

-¡¡¡No!!!- dijo casi gritando- no me ha hecho nada, pero lo que tengo que decirles tiene que ver con él… y… conmigo- dijo mas nerviosa que antes

Llegaron al comedor y se sentaron, ella pudo ver que Draco aun no llegaba y eso la alivio un poco porque estaba segura de que en cuanto Harry y Ron lo supieran querrían matarlo.

-No te entiendo Hermione, explícanos- dijo Harry

-¿Podemos salir un momento?, no quiero que todos lo escuchen- dijo Hermione

-Si- dijeron los dos

Ya en el pasillo ella empezó a hablar

-Verán, mmm, no sé cómo decirlo pero bueno, desde que Malfoy y yo compartimos el castigo de Moody, mmm ¿prometen de verdad que no lo mataran?-

-Hermione ¿Te hizo algo?- pregunto serio Harry

-No, ya les dije que no, lo que pasa es que… -trago el nudo que se había formado en su garganta- ¡¡¡Estoy enamorada de Draco Malfoy!!!- dijo soltando un suspiro que parecía que llevaba esperando mucho tiempo para salir

Los dos se quedaron callados por un segundo, incapaces de comprender lo que había dicho Hermione, pero solo fue un segundo porque después explotaron y dijeron.

-¿¿¿QUÉ???- Dijeron los dos, más bien lo gritaron y todos los que estaban a su alrededor voltearon a verlos, en parte sorprendidos por sus gritos pero más por que estos estaban dirigidos a Hermione.

-¿¿¿TE HAS VUELTO LOCA??? ¡¡¡ES MALFOY!!! ¡¡¡LA MALDITA SERPIENTE!!!- dijo Ron más que furioso

-¡¡¡Ron!!! ¡No vuelvas a decirle así!- le grito Hermione

-¡¡¡Hermione!!! ¿¿¿Has perdido la cabeza??? Ron tiene razón ¡¡¡ES MALFOY!!! ¿Acaso no lo ves?

-No Harry no he perdido nada, y se quién es él y lo que siento por él- dijo Hermione manteniendo la calma o por lo menos tratándolo, sabía que sus amigos se comportarían así.

-Está bien, calmémonos los tres, Estas bromeando ¿verdad Hermione?- pregunto Harry

-No Harry, lo estoy diciendo muy en serio Estoy enamorada de Draco Malfoy y el de mi y somos novios- dijo Hermione- Se los digo porque son mis amigos y quiero que compartan esto conmigo

-Hermione, no puedo creer lo que acabas de decir ¿Estás segura?-dijo Harry que al parecer ya estaba totalmente calmado

-Si Harry- dijo Hermione con la seguridad que la caracterizaba

-La idea no me agrada, y sabes cuánto odio a Malfoy, pero si tú eres feliz con él, yo lo acepto

-¿¿¿QUÉ??? ¿¿¿TE HAS VUELTO LOCO HARRY???- grito furioso Ron

-No Ron, pero si Hermione es feliz con él, no podemos prohibirle nada- dijo Harry

-¡¡¡Pero es Malfoy, la va a terminar lastimando!!!

-No lo…-dijo Hermione pero no termino porque Harry la interrumpió

-No lo hará y si lo hace, Malfoy sabrá que Hermione no está sola y que nos tiene a nosotros para defenderla, para eso somos sus amigos, no, - se detuvo para mirarla un momento y luego continuo- nosotros somos sus hermanos- dijo mientras tomaba la mano de Hermione

-Gracias Harry- dijo Hermione al mismo tiempo que sujetaba fuertemente su mano

-Todos se han vuelto locos- dijo Ron mas para sí mismo que para ellos- ¡¡¡Puf!!! Está bien, pero si te hace algo, le arranco la cabeza, ¿Me oíste Hermione?, solo necesito que me dé un motivo para desquitarme- dijo mientras movía la cabeza de un lado a otro- ¡¡¡Pero que ni crea que voy a dejar de llamarlo serpiente!!!- le dijo

-No creo que eso lo moleste- dijo Hermione mientras le estiraba la mano para que el la tomara, cuando la tomo los abrazo a los dos y dijo

-¿Saben algo? Pensé que esto sería mucho más difícil, pensé que me dejarían de hablar y ya no querrían que fuera su amiga- dijo Hermione al borde de las lágrimas

-Hermana Hermione, eres nuestra hermana- dijo Harry

-Son los mejores hermanos que alguna vez pude desear tener- dijo mientras los abrazaba mas fuerte

Draco por su parte sabía que no se quedaría para escuchar lo que le tendrían que decir Blaise y Pansy, porque estaba seguro de estos dos le dirían de todo, mientras que Crabbe y Goyle no le dirían nada.

Cuando bajo a su sala común se sentó en el sillón que desde primero había fungido como su trono

Y espero a que los demás bajaran, los primeros en aparecer fueron Crabbe y Goyle y les ordeno que fueran a buscar a Blaise y Pansy, cuando estos bajaron les hizo señas para que tomaran asiento.

-¿Que es lo que quieres, Draco?- pregunto Blaise

-Solo quiero decirles algo, porque los considero lo más cercano a lo que son los amigos

-Te estás poniendo sentimental ¿Lo sabías Draco?- dijo Pansy

-Pansy se amable y cierra la boca- dijo Draco- Como les decía, quiero que lo sepan antes de que lo haga público y se enteren todos, pero sobre todo para advertirles que si hacen algo, lo que sea para lastimarla, se las verán conmigo, Estoy con Granger y no quiero que la vuelvan a humillar o a intentar dañarla de alguna manera.

Los cuatro se quedaron totalmente mudos mirándolo como si jamás en sus vidas lo hubieran visto

-Bien, como veo que han comprendido me voy

Tardaron un poco en reaccionar y cuando lo hicieron lo único que fueron capaces de hacer fue mirarse entre sí, los cuatro sabían que si Draco Malfoy había decidido algo no había poder humano que lo hiciera desistir, pero eso no impidió que Pansy y Blaise dijeran que estaba completamente loco y que no sabía en los problemas que se metería cuando el señor tenebroso se enterara.

Cuando Draco llego a la entrada del gran comedor pudo ver a Hermione recargada en la pared, se acerco a ella lo suficiente como para poder verle el rostro. Tenía los ojos rojos una ira lo invadió y lo primero que pensó fue en matar o Potter y a Weasley por hacerla sufrir, porque estaba seguro de que solo ellos serian capaces de hacerle daño.

-¡¡¡Los voy a matar!!!- fue lo primero que dijo cuando estuvo al lado de Hermione

-Draco-dijo Hermione- No me han hecho nada

-Pero estas llorando Hermione- dijo furioso

-Lo sé, pero ellos no me han hecho nada- contesto

-¿Fue alguien más? Dime quien- dijo tratando de contener toda la rabia que lo recorría de pies a cabeza.

-Tranquilo, nadie me ha hecho nada- dijo mientras lo abrazaba

-¿Entonces?- Dijo confundido

-Lloro porque estoy feliz,-dijo mientras lo besaba tiernamente- Harry y Ron lo comprendieron pero tienen algunas advertencias para ti-

En ese preciso momento Harry y Ron salían del gran comedor

-Malfoy- dijo Weasley con cierto rencor

-Weasley, Potter- dijo al mismo tiempo que abrazaba a Hermione

-Tenemos algunas cosas que decirte, más bien advertirte- dijo Harry

-Los escucho- dijo Draco

-Primero, Hermione no está sola nos tiene a nosotros- dijo Harry

-Eso lo sé, Potter- dijo Malfoy muy serio

-Segundo, Si la lastimas de cualquier forma, Malfoy, te juro que te arrepentirás- dijo Ron

-Tercero, No quiero que ninguna de tus serpientes la haga sentir mal- dijo Harry

-Cuarto, Te seguiré llamando serpiente- dijo Ron

-Quinto, No creas que porque estas con Hermione recibirás un trato diferente- dijo Harry

-Sexto, Puedes besar a Hermione siempre y cuando nosotros no estemos cerca.-dijo Ron

-Séptimo, Tendrás que… dijo Harry

-Chicos ya paren, la lista está siendo muy larga- dijo Hermione riéndose de algunas de sus “reglas”

-Pero Hermione, el debe entender que no permitiremos que te dañe de ninguna manera y que nosotros no solo somos tus amigos, sino que somos tus hermanos -dijo Harry

-Creo que ya se lo han dejado bastante claro.-contesto ella

-Está bien, solo diré una última cosa Te estaremos vigilando, Malfoy- dijo Ron

Después de eso, Harry y Ron se fueron dejándolos solos

-¿Así que ellos son tus hermanos?- dijo mirándola- Quien lo diría, soy el cuñado de Potty y la Comadreja- dijo riendo

-Draco, no los llames así- dijo Hermione reprendiéndolo

-Está bien, pero solo si me das algo a cambio- dijo riendo

-¿Esto?- dijo mientras lo besaba

-Si- y la atrajo más hacia sí mismo para profundizar el beso

Paso todo el mes de septiembre y la mitad de octubre y ellos seguían siendo el centro de atención, aun no habían olvidado como los miraban las primeras semanas y todos los chismes que corrían por los pasillos acerca de ellos dos, todos los alumnos los miraban e incluso los maestros los veían diferente, sobre todo cuando Hermione se sentaba al lado de Draco en alguna clase que compartieran, pero en la única que no habían cambiado de lugar era en pociones, Snape los veía peor que ninguna otra persona.

Pero ellos solo se limitaban a ser felices uno al lado del otro, incluso Draco ignoro la carta de su padre en la que le decía que los rumores habían llegado a sus oídos, y que esperaba que solo estuviera jugando con ella.

Draco ni siquiera le contesto.

Los dos se sentían más que felices, aunque aun Draco no había podido decirle a Hermione un te amo seguía diciéndole Y yo a ti Hermione, y yo a ti, se había acostumbrado a que Potter y Weasley lo vigilaran constantemente y el cada vez que los veía se burlaba diciéndoles “cuñados” Ron se ponía bastante rojo y Harry se limitaba a negar con la cabeza.

Ningún Slytherin le había hecho nada a Hermione, aunque seguían mirándola con cierto desprecio cuando no estaba Draco con ella.

Sus vidas mejoraron más de lo que alguna vez soñaron. Y cambiaron mucho más.


Un día entre tú y yo

Hermione había reacomodado su tiempo, lo había dividido en cuatro partes en primer lugar estaba la escuela, después la biblioteca, sus amigos y por supuesto Draco. Aunque este último se colaba en el tiempo que ella tenía destinado para la biblioteca y la escuela con el pretexto de hacer tarea juntos o cualquier cosa que se hiciera por parejas.

En la escuela se sentaba con Draco en clase de y estaba a su lado en Cuidado de Criaturas Mágicas, pero nunca en Pociones y en las demás clases se sentaba con Harry y Ron.

Ese día Hermione se levanto temprano para ser un domingo, aun tenía que terminar un trabajo de Aritmancia que debía entregar el miércoles, pero quería terminarlo pronto para devolver los libros a la biblioteca y que otro estudiante pudiera ocuparlos.

Cuando termino eran diez para las siete, comenzó a arreglarse, se puso un poco de poción para desenredar su cabello y otra para definir sus rizos, se puso un pantalón de mezclilla de color obscuro con una blusa rosa pálido de manga tres cuartos y un sweater de color lila, lucia bien y sobre todo estaba cómoda, después tomo sus libros y bajo rápidamente de su habitación, paso corriendo la sala común y salió de la torre, volteo a la derecha y ahí estaba el, Draco Malfoy como todos los días desde que se habían convertido en novios, él la estaba esperando para pasar un rato juntos antes de ir a desayunar.

-Hola-dijo Draco mientras la besaba

-Hola- contesto Hermione sonrojándose cuando el beso acabo

-Me encanta que siempre se sonroje- pensó Draco

-¿Tengo algo en la cara?- le pregunto ella al ver que Draco la miraba mucho más que de costumbre.

-No ¿Por qué lo preguntas?- Hoy luce más bonita que nunca ¿Por qué será?- pensó el rubio

-Porque no dejas de mirarme- contesto poniéndose más roja

-¿Y es que acaso no puedo mirarte, Granger?- pregunto jugando

-Supongo que sí, pero no como lo haces, de esa forma solo puede mirarme mi novio y como no lo veo por ningún lado y obviamente ese no eres tú, no lo puedes hacer- dijo alejándose de él.

-Ah, así que Granger tiene novio ¿Y se puede saber donde esta?- dijo acercándose a ella

-No debe tardar en venir, Malfoy- y se alejo un poco de él.

-¿Sabes que tu novio es ciego, Granger?- dijo mientras reducía el espacio entre ellos dos.

-¿Por qué dices eso?- dijo ella curiosa mientras seguía con una sonrisa en los labios.

-Porqué no puede ver a otra persona que no seas tú – dijo un tanto serio

-Aun no estoy segura de eso, Malfoy-dijo Hermione también un poco seria

-Entonces debe ser un completo idiota- dijo riendo

-No lo creo, es un Slytherin- Dijo como si eso lo explicara todo- ¿Sabes Malfoy? Tal vez lo conoces- dijo acercándose a él.

-Huy una serpiente- dijo moviendo las manos como si tuviera miedo- También yo soy una, ¿Recuerdas Granger?

-De hecho, el es un hurón, pero no se lo digas, no creo que le guste saberlo- dijo riendo

-Así que un hurón ¿eh?- dijo acercándose a ella- Ya veo porque te deja sola, pero ahora tendrás que comprar mi silencio, Granger- se acerca más a ella

-¿Así? ¿Y cómo debo pagar por tu silencio?- pregunto ella

-Estoy seguro de que el no te puede besar, Granger- dijo él mientras acercaba su nariz al cuello de Hermione.

-Claro que me besa, Malfoy y para tu información besa bastante bien- dijo ella

-No mejor que yo- dijo por fin la besaba

Después de un breve beso porque ella lo interrumpió, dijo

-Parece que te gusto mas mi beso de lo que te pude gustar uno de los de él, ¿No Granger?- dijo Malfoy.

-No, a mí solo me gustan los besos de Draco- dijo riendo

-Bien, entonces me encanta ser Draco- dijo mientras la volvía a besar.

Estuvieron cerca de media hora en el pasillo hasta que alguien los interrumpió

-¡Hey!, creí que las reglas te habían quedado claras, Malfoy- dijo Ron poniéndose rojo, no estaba muy seguro de porque estaba enojado, si era porque Malfoy no respetaba lo que habían acordado o por vergüenza de haberlos encontrado así.

-Me quedaron bastante claras, pero ustedes dijeron que no la besara cuando estuvieran cerca, y puesto que mientras la besaba tu no estabas, fue tu culpa el vernos, “cuñado”- dijo riéndose mientras Hermione tomaba su mano.

-¡¡¡No me digas cuñado, serpiente!!!- dijo Ron poniéndose más rojo todavía.

-Pues entonces no molestes- dijo todavía riendo, le encantaba hacerlos enojar llamándolos “cuñados”.

-Hermione dile algo- dijo Ron buscando apoyo en su amiga

-El tiene razón Ron, ustedes pusieron esas tontas reglas, así que ahora se aguantan- dijo Hermione riendo.

-Grrr, se supone que eres mi amiga, ¡¡¡mi hermana!!!- dijo Ron ofendido

-Y lo soy Ron, pero ustedes pusieron esas reglas y Draco las esta siguiendo, así que ustedes también deben hacerlo- dijo Hermione seria.

-Estúpidas reglas- dijo Ron

-Vamos Ron, no te enojes- dijo Hermione acercándose a él.

-¿Pasaras la tarde conmigo y con Harry en el campo de Quidditch?- dijo Ron, mirando de reojo a Draco

-Ron- dijo Hermione que ya sabía que algo buscaba el

-Solo así no me enojare y seguiré las reglas- dijo serio

Hermione miro a Draco y después asintió

-Ahora nos vamos, nos vemos al rato Ron- dijo Hermione.

-Está bien, voy a buscar a Harry- dijo Ron

Así pasaban la mayoría de sus mañanas, a los dos les gustaba fingir no ser Draco o no ser Hermione y burlarse de sí mismos, pero siempre terminaban besándose y diciendo lo mucho que les gustaba ser ellos. Y siempre había uno que los interrumpía, aunque no siempre eran Harry o Ron, a veces era Parvati, o Ginny o Seamus que se tardaba mucho más que Parvati o Ginny juntas.


Bienvenidos Beauxbatons y Dumstrang

Estaban a mediados de octubre, sus vidas seguían un rumbo más o menos normal para todos aquellos que no fueran Hermione Granger y Draco Malfoy, que consideraban que lo que sentían era lo mejor que les pudo haber pasado.

Draco se sentía muy feliz de poder estar al lado de Hermione pero había algo que lo seguía preocupando desde que recibió la maldita carta de su padre.

Sabía que tarde o temprano terminaría enterándose de que en verdad amaba a Hermione y también sabía que cuando esto pasara su reacción no sería la mejor, de hecho, sabía que se pondría furioso, no solo con ella sino con él, pero sobre todo se podría furioso por los planes que tenia para él el señor tenebroso.

Planes en los cuales la eliminación los sangre sucia significaba mucho. Pero ya encontraría la manera de evitar que le pasara algo a Hermione.

Por otro lado la escuela se estaba preparando para recibir a los nuevos visitantes

Un día, el 23 de octubre, Hermione estaba con Ron y Harry los tres iban a desayunar pero cuando llegaron al vestíbulo, no pudieron pasar debido a la multitud de estudiantes que estaban arremolinados al pie de la escalinata de mármol, alrededor de un gran letrero. Ron, que era el más alto de los tres, se puso de puntillas para echar un vistazo por encima de las cabezas de todos los demás y leyó en voz alta el cartel que estaba pegado a la entrada del vestíbulo:

TORNEO DE LOS TRES MAGOS

Los representantes de Beauxbatons y Durmstrang llegarán a las seis en punto del viernes 30 de octubre. Las clases se interrumpirán media hora antes. Los estudiantes deberán llevar sus libros y mochilas a los dormitorios y reunirse a la salida del castillo para recibir a nuestros huéspedes antes del banquete de bienvenida.

-¡Sólo falta una semana! -Dijo emocionado Ernie Macmillan, un alumno de Hufflepuff, saliendo de la aglomeración- Me pregunto si Cedric estará enterado. Me parece que voy a decírselo...

-¿Cedric? -dijo Ron sin comprender, mientras Ernie se iba a toda prisa.

-Diggory -explicó Harry- Querrá participar en el Torneo.

-¿Ese idiota, campeón de Hogwarts? -gruñó Ron mientras se abrían camino hacia la escalera por entre la bulliciosa multitud.

-No es idiota. Lo que pasa es que no te gusta porque venció al equipo de Gryffindor en el partido de quidditch -repuso Hermione- He oído que es un estudiante realmente bueno. Y es prefecto.

Lo dijo como si eso zanjara la cuestión y en realidad así era para ella, pero no para sus amigos.

-Sólo te gusta porque es guapo -dijo Ron mordazmente

-Perdóname, pero a mí no me gusta la gente sólo porque sea guapa -repuso Hermione indignada.

- ¿Así? ¿Y qué hay de Lockhart? ¿Me pregunto qué diría Malfoy si se enterara?-dijo Ron

Hermione se puso colorada y sucedió lo que pocas veces le pasaba, se quedo muda, no tenía una respuesta para eso, si que le había gustado Lockhart pero solo hasta que se dio cuenta de que era un verdadero mentiroso y traidor.

Ellos al ver que Hermione se quedaba callada continuaron viendo el cartel del vestíbulo que causó un gran revuelo entre los habitantes del castillo.

Durante la semana siguiente, y fueran donde fueran, por fin habían dejado de hablar todo el día de ellos y no había más que un tema de conversación: El Torneo de los Tres Magos. En el que rara vez se hablaba de la relación de Hermione y Draco.

Los rumores pasaban de un alumno a otro como gérmenes altamente contagiosos: quién se iba a proponer para campeón de Hogwarts, en qué consistiría el Torneo, en qué se diferenciaban de ellos los alumnos de Beauxbatons y Durmstrang...

Los profesores también parecían algo nerviosos.

-¡Longbottom, ten la amabilidad de no decir delante de nadie de Durmstrang que no eres capaz de llevar a cabo un sencillo encantamiento permutador! -gritó la profesora McGonagall al final de una clase especialmente difícil en la que Neville se había equivocado y le había injertado a un cactus sus propias orejas.

Toda la semana se la pasaron intentando evitar a los maestros


Inicio del Torneo de los Tres Magos

Cuando bajaron a desayunar la mañana del 30 de octubre, descubrieron que durante la noche habían engalanado el Gran Comedor. De los muros colgaban unos enormes estandartes de seda que representaban las diferentes casas de Hogwarts: rojos con un león dorado los de Gryffindor, azules con un águila de color bronce los de Ravenclaw, amarillos con un tejón negro los de Hufflepuff, y verdes con una serpiente plateada los de Slytherin. Detrás de la mesa de los profesores, un estandarte más grande que los demás mostraba el escudo de Hogwarts: el león, el águila, el tejón y la serpiente se unían en torno a una enorme hache, representando así la unión de sus casas. Unión que no se había dado.

El profesor Dumbledore estaba feliz por la relación de Hermione y Draco y en verdad esperaba que sus casas de unieran y dejaran atrás las rivalidades pero parecía que esta se habían acentuado mas, aun así el seguía confiando en que tarde o temprano se unirían. Aquel día había en el ambiente una agradable impaciencia. Nadie estuvo muy atento a las clases, porque estaban mucho más interesados en la llegada aquella noche de la gente de Beauxbatons y Durmstrang. Hasta la clase de Pociones fue más llevadera de lo usual, porque duró media hora menos. Cuando sonó la campana, Hermione, Harry y Ron salieron a toda prisa hacia la torre de Gryffindor, donde dejaron las mochilas y los libros tal como les habían indicado, se pusieron las capas y volvieron al vestíbulo. Cuando llegaron los jefes de las casas colocaban a sus alumnos en filas. Bajaron en fila por la escalinata de la entrada y se alinearon delante del castillo. Era una noche fría y clara. Oscurecía, y una luna pálida brillaba ya sobre el bosque prohibido.

-Son casi las seis –dijo Ron, consultando el reloj y mirando el camino que iba a la verja de entrada - ¿Cómo creen que llegarán? ¿En el tren?

-No creo -contestó Hermione.

-¿Entonces cómo? ¿En escoba? -dijo Harry, levantando la vista al cielo estrellado.

-No creo tampoco... no desde tan lejos...

-¿En traslador? -sugirió Ron- ¿Pueden aparecerse? A lo mejor en sus países está permitido aparecerse antes de los diecisiete años.

-Nadie puede aparecerse dentro de los terrenos de Hogwarts. ¿Cuántas veces se los tengo que decir? -dijo Hermione perdiendo la paciencia.

Escudriñaron nerviosos los terrenos del colegio, que se oscurecían cada vez más. No se movía nada por allí. Todo estaba en calma, silencioso y exactamente igual que siempre.

Y entonces, desde la última fila, en la que estaban todos los profesores, Dumbledore gritó:

-¡Ajá! ¡Si no me equivoco, se acercan los representantes de Beauxbatons!

-¿Por dónde? -preguntaron muchos con impaciencia, mirando en diferentes direcciones.

-¡Por allí! -gritó uno de sexto, señalando hacia el bosque.

Una cosa larga, mucho más larga que cien escobas se acercaba al castillo por el cielo azul oscuro, haciéndose cada vez más grande.

-¡Es un dragón! -gritó uno de los de primero, perdiendo los estribos por completo.

-No seas idiota... ¡es una casa volante! -le dijo Dennis Creevey.

La suposición de Dennis estaba más cerca de la realidad. Cuando la gigantesca forma negra pasó por encima de las copas de los árboles del bosque prohibido casi rozándolas, y la luz que provenía del castillo la iluminó, vieron que se trataba de un carruaje colosal, de color azul pálido y del tamaño de una casa grande, que volaba hacia ellos tirado por una docena de caballos alados de color tostado pero con la crin y la cola blancas, cada uno del tamaño de un elefante.

Las tres filas delanteras de alumnos se echaron para atrás cuando el carruaje descendió precipitadamente y aterrizó a tremenda velocidad. Entonces golpearon el suelo los cascos de los caballos, que eran más grandes que platos, metiendo tal ruido que Neville dio un salto y pisó a un alumno de Slytherin, Theodore Nott. Un segundo más tarde el carruaje se posó en tierra, rebotando sobre las enormes ruedas, mientras los caballos sacudían su enorme cabeza y movían unos grandes ojos rojos. De él descendió la mujer más alta que haya visto Hermione, al verla alguien tomo su mano por detrás y ella se asusto hasta que viro el rostro y vio a Draco Malfoy que le sonreía mientras le decía

-¿Asustada? ¿O acaso jamás habías visto a una gigante?- dijo riéndose

-No seas tonto- dijo tocando su mejilla- es solo que es mucho más alta que Hagrid

Dumbledore comenzó a aplaudir y los estudiantes también aplaudieron, muchos de ellos se colocaron de puntillas para ver mejor a la mujer.

Sonriendo graciosamente, ella avanzó hacia Dumbledore y extendió una mano reluciente. Aunque Dumbledore era alto, apenas tuvo que inclinarse para besársela.

-Mi querida Madame Maxime -dijo- bienvenida a Hogwarts.

-«Dumbledog» -repuso Madame Maxime, con una voz profunda- «espego» que esté bien.-En excelente forma, gracias -respondió Dumbledore.

-Mis alumnos -dijo Madame Maxime, señalando tras ella a unos doce alumnos, chicos y chicas, todos los cuales parecían hallarse cerca de los veinte años. Estaban tiritando, lo que no era nada extraño porque las túnicas que llevaban parecían de seda fina, y ninguno de ellos tenía capa. Algunos se habían puesto bufandas o chales por la cabeza.

-¿Ha llegado ya «Kagkagov»? -preguntó Madame Maxime.

-Se presentará de un momento a otro -aseguró Dumbledore- ¿Prefieren esperar aquí para saludarlo o pasar a calentarse un poco?-Lo segundo, me «paguece» -respondió Madame Maxime- «Pego» los caballos...

-Nuestro profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas se encargará de ellos encantado —declaró Dumbledore- en cuanto vuelva de solucionar una pequeña dificultad que le ha surgido con alguna de sus otras... obligaciones.

-Mis «cogceles guequieguen»... eh... una mano «podegosa» -dijo Madame Maxime, como si dudara que un simple profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas fuera capaz de hacer el trabajo- Son muy «fuegtes»...

-Le aseguro que Hagrid podrá hacerlo -dijo Dumbledore, sonriendo.

-Muy bien -asintió Madame Maxime, haciendo una leve inclinación- Y, «pog favog», dígale a ese «pgofesog Haggid» que estos caballos solamente beben whisky de malta «pugo».

-Descuide -dijo Dumbledore, inclinándose a su vez.

-Allons-y! -les dijo imperiosamente Madame Maxime a sus estudiantes, y los alumnos de Hogwarts se apartaron para dejarlos pasar y subir la escalinata de piedra.

-¿Qué tamaño calculas que tendrán los caballos de Durmstrang? -dijo Seamus Finnigan, inclinándose para dirigirse a Hermione, que estaba con Draco y a Harry y Ron que estaban entre Lavender y Parvati.

-Si son más grandes que éstos, ni siquiera Hagrid podrá manejarlos –contestó Harry- Y eso si no lo han atacado los escregutos. Me pregunto qué le habrá ocurrido.

-A lo mejor han escapado -dijo Ron, esperanzado.

-¡No digas eso, Ron! —Repuso Hermione, con un escalofrío—. Me imagino a todos esos sueltos por ahí...- dijo mientras titiritaba de frio. Draco la abrazo y comenzó a frotar de arriba abajo sus hombros para calentarla. Hermione agradeció el gesto con una sonrisa.

Para entonces la mayoría ya tiritaban de frío esperando la llegada de la representación de Durmstrang. La mayoría miraba al cielo esperando ver algo. Durante unos minutos, el silencio sólo fue roto por los bufidos y el piafar de los enormes caballos de Madame Maxime. Pero entonces...

-¿No oyes algo? -preguntó Ron repentinamente.

Hermione escuchó un ruido misterioso, fuerte y extraño que llegaba desde las tinieblas. Era un rumor amortiguado y un sonido de succión, como si una inmensa aspiradora pasara por el lecho de un río...

-¡El lago! -gritó Lee Jordan, señalando hacia él- ¡Miren el lago!

Desde su posición en lo alto de la ladera, desde la que se divisaban los terrenos del colegio, tenían una buena perspectiva de la lisa superficie negra del agua. Y en aquellos momentos esta superficie no era lisa en absoluto. Algo se agitaba bajo el centro del lago. Aparecieron grandes burbujas, y luego se formaron unas olas que iban a morir a las embarradas orillas. Por último surgió en medio del lago un remolino, como si al fondo le hubieran quitado un tapón gigante...

Del centro del remolino comenzó a salir muy despacio lo que parecía un asta negra.

-¡Es un mástil! —grito Harry

Lentamente el barco fue surgiendo del agua, brillando a la luz de la luna. Producía una extraña impresión de cadáver, como si fuera un barco hundido y resucitado, y las pálidas luces que relucían en las portillas daban la impresión de ojos fantasmales. Finalmente, con un sonoro chapoteo, el barco emergió en su totalidad, balanceándose en las aguas turbulentas, y comenzó a surcar el lago hacia tierra. Un momento después oyeron la caída de un ancla arrojada al bajío y el sordo ruido de una tabla tendida hasta la orilla.

A la luz de las portillas del barco, vieron las siluetas de la gente que desembarcaba.

Todos ellos, según le pareció a Harry, tenían la constitución de Crabbe y Goyle... pero luego, cuando se aproximaron más, subiendo por la explanada hacia la luz que provenía del vestíbulo, vio que su corpulencia se debía en realidad a que todos llevaban puestas unas capas de algún tipo de piel muy tupida. El que iba delante llevaba una piel de distinto tipo: lisa y plateada como su cabello.

-¡Dumbledore! -Gritó efusivamente mientras subía la ladera- ¿Cómo estás, mi viejo compañero, cómo estás?

-¡Estupendamente, gracias, profesor Karkarov! -respondió Dumbledore.

Karkarov tenía una voz pastosa y afectada. Cuando llegó a una zona bien iluminada, vieron que era alto y delgado como Dumbledore, pero llevaba corto el blanco cabello, y la perilla (que terminaba en un pequeño rizo) no ocultaba del todo el mentón poco pronunciado. Al llegar ante Dumbledore, le estrechó la mano.

-El viejo Hogwarts -dijo, levantando la vista hacia el castillo y sonriendo. Tenía los dientes bastante amarillos, y Draco observó que la sonrisa no incluía los ojos, que mantenían su expresión de astucia y frialdad, esa que él era capaz de hacer y era la misma que había visto en su padre muchas veces- Es estupendo estar aquí, es estupendo...

Draco supo de inmediato que era por el que Snape lo había querido ver.

El Señor Tenebroso tenía planes que incluían a Karkarov y a el mismo, aunque aun desconocía el plan estaba seguro que tendría que ver con arruinar la vida de Potter una vez más, eso no le molestaba, pero sabía que si Potter sufría y Hermione se enteraba que él había tenido algo que ver no se lo perdonaría jamás.

-Viktor, ve para allá, al calor... No te importa, ¿Verdad Dumbledore? Es que Viktor tiene un leve resfriado...-Karkarov indicó por señas a uno de sus estudiantes que se adelantara. Cuando el muchacho pasó, Hermione vio que Ron le dio un golpe en el brazo a Harry le murmuro al oído:

-¡Harry...! ¡Es Krum! ¡No lo puedo creer! -dijo Ron asombrado cuando los alumnos de Hogwarts, formados en fila, volvían a subir la escalinata tras la comitiva de Durmstrang- ¡Krum, Harry! ¡Es Viktor Krum!

-¡Ron, por Dios, no es más que un jugador de quidditch! -dijo Hermione, que no entendía porque Ron estaba más que frenético con la sola idea de que Viktor Krum estuviera en el castillo, por un momento pensó que Ron estaba enamorado de él, hasta que el dijo.

-¿Nada más que un jugador de quidditch? – Dijo mirándola como si no pudiera dar crédito a sus oídos- ¡Es uno de los mejores buscadores del mundo, Hermione! ¡Nunca me hubiera imaginado que aún fuera al colegio!

Cuando volvían a cruzar el vestíbulo con el resto de los estudiantes de Hogwarts, de camino al Gran Comedor, Hermione que todavía iba tomada de la mano de Draco, vio a Lee Jordan brincaba para poder ver la nuca de Krum. Unas chicas de sexto revolvían en sus bolsillos mientras caminaban.

Draco seguía sumido en sus pensamientos hasta que Hermione le hablo

-Tú no piensas ponerte igual que Ron por ver a Krum ¿Verdad?-

-¡Me insultas, Hermione! Además yo tengo más clase que la comadreja y aunque Krum es bueno, yo soy mejor- dijo con una sonrisa en los labios- ¿O acaso tú lo dudas?-

-Tendré que verlos jugar a ambos para responderte, Draco- dijo Hermione y no pudo seguir porque volvió a escuchar las quejas de las chicas de Hogwarts.

-¡Es increíble, no llevo ni una simple pluma! ¿Crees que accedería a firmarme un autógrafo en el sombrero con mi lápiz de labios?

-¡Pero bueno! -bufó Hermione muy altanera al adelantar a las chicas, que habían empezado a pelearse por el lápiz de labios.

-Voy a intentar conseguir su autógrafo -dijo Ron- No llevarás una pluma, ¿verdad, Harry?

-Las dejé todas en la mochila -contestó.

Por fin entraron al gran comedor y Hermione y Draco se separaron para dirigirse a sus respectivas mesas.

Hermione vio como Ron puso mucho interés en sentarse orientado hacia la puerta de entrada, porque Krum y sus compañeros de Durmstrang seguían amontonados junto a ella sin saber dónde sentarse. Los alumnos de Beauxbatons se habían puesto en la mesa de Ravenclaw y observaban el Gran Comedor con expresión crítica. Tres de ellos se sujetaban aún bufandas o chales en torno a la cabeza.

-No hace tanto frío -dijo Hermione molesta-. ¿Por qué no han traído capa?

-¡Aquí! ¡Ven a sentarte aquí! -decía Ron entre dientes- ¡Aquí! Hermione, hazte a un lado para hacerle sitio...

-¿Qué?

-Demasiado tarde -se lamentó Ron con amargura.

Viktor Krum y sus compañeros de Durmstrang se habían colocado en la mesa de Slytherin. Malfoy, Crabbe y Goyle parecían muy ufanos por este hecho, Hermione río al ver como Draco intentaba hablar con Viktor, pero al parecer no fue la única porque Ron empezó a hablar.

-Sí, muy bien, hazle al tonto, Malfoy -dijo Ron de forma mordaz- Apuesto algo a que Krum no tarda en calarte... Seguro que tiene montones de gente lisonjeándolo todo el día... ¿Dónde creen que dormirán? Podríamos hacerle sitio en nuestro dormitorio, Harry... No me importaría dejarle mi cama: yo puedo dormir en una plegable.

Hermione exhaló un sonoro suspiro, le empezaba a hartar la actitud de Ron hacia Viktor.

-Parece que están mucho más contentos que los de Beauxbatons –comentó Harry.

Los alumnos de Durmstrang se quitaban las pesadas pieles y miraban con expresión de interés el negro techo lleno de estrellas. Dos de ellos cogían los platos y las copas de oro y los examinaban, aparentemente muy impresionados.

En el fondo, en la mesa de los profesores, Filch, el conserje, estaba añadiendo sillas. Como la ocasión lo merecía, llevaba puesto su frac viejo y enmohecido. Harry se sorprendió de verlo añadir cuatro sillas, dos a cada lado de Dumbledore.

-Pero sólo hay dos profesores más -se extrañó Harry- ¿Por qué Filch pone cuatro sillas? ¿Quién más va a venir?

-¿Eh? -dijo Ron un poco ido. Seguía observando a Krum con atención.

Cuando todos los alumnos entraron en el Gran Comedor y se sentaron a las mesas de sus casas, empezaron a entrar en fila los profesores, que se encaminaron a la mesa del fondo y ocuparon sus asientos. Los últimos en la fila eran el profesor Dumbledore, el profesor Karkarov y Madame Maxime. Cuando se sentaron Karkarov y Madame Maxime, el profesor Dumbledore se dirigió a todos los presentes

-Buenas noches, damas, caballeros, fantasmas y, muy especialmente, buenas noches a nuestros huéspedes -dijo Dumbledore, dirigiendo una sonrisa a los estudiantes extranjeros- Es para mí un placer darles la bienvenida a Hogwarts. Deseo que su estancia aquí les resulte al mismo tiempo confortable y placentero, y confío en que así sea.

Una de las chicas de Beauxbatons, que seguía aferrando la bufanda con que se envolvía la cabeza, profirió lo que inconfundiblemente era una risa despectiva.

-¡Nadie te obliga a quedarte! -susurró Hermione, irritada con ella.

-El Torneo quedará oficialmente abierto al final del banquete –explicó Dumbledore- ¡Ahora los invito a todos a comer, a beber y a disfrutar como si estuvieran en su casa!

Durante toda la cena la mayoría de las miradas estuvieron puestas sobre la mesa de los Slytherin’s y para ser más precisos sus ojos estuvieron puestos sobre Viktor Krum.

Cuando terminaron de cenar el profesor Dumbledore hablo

-Ha llegado el momento. El Torneo de los Tres Magos va a dar comienzo. Como todos saben, en el Torneo compiten tres campeones, uno por cada colegio participante. Se puntuará la perfección con que lleven a cabo cada una de las pruebas y el campeón que después de la tercera tarea haya obtenido la puntuación más alta se alzará con la Copa de los tres magos. Los campeones serán elegidos por un juez imparcial: el cáliz de fuego. Todo el que quiera proponerse para campeón tiene que escribir su nombre y el de su colegio en un trozo de pergamino con letra bien clara, y echarlo al cáliz. Los aspirantes a campeones disponen de veinticuatro horas para hacerlo. Mañana por la noche, el cáliz nos devolverá los nombres de los tres campeones a los que haya considerado más dignos de representar a sus colegios. Esta misma noche el cáliz quedará expuesto en el vestíbulo, accesible a todos aquellos que quieran competir. Para asegurarme de que ningún estudiante menor de edad sucumbe a la tentación trazaré una línea de edad alrededor del cáliz de fuego una vez que lo hayamos colocado en el vestíbulo. No podrá cruzar la línea nadie que no haya cumplido los diecisiete años. Por último, quiero recalcar a todos los que estén pensando en competir que hay que meditar muy bien antes de entrar en el Torneo. Cuando el cáliz de fuego haya seleccionado a un campeón, él o ella estarán obligados a continuar en el Torneo hasta el final. Al poner su nombre en el cáliz de fuego están firmando un contrato mágico de tipo vinculante. Una vez convertido en campeón, nadie puede arrepentirse. Así que deben estar muy seguros antes de ofrecer su candidatura. Y ahora me parece que ya es hora de ir a la cama. Buenas noches a todos.

-¡Una línea de edad! -dijo Fred Weasley con ojos chispeantes de camino hacia la puerta que daba al vestíbulo- Al cáliz le da igual que uno tenga diecisiete años o no.

-Pero no creo que nadie menor de diecisiete años tenga ninguna posibilidad -objetó Hermione- No hemos aprendido bastante...

-Habla por ti -replicó George- A nosotros nos gusta la idea de participar así que veremos la manera de burlar a esa tonta línea de la edad…

-…Y sobre todo sabemos más que tu, Hermione- dijo Fred Weasley terminando la frase de su hermano

Ella solo se limito a mirarlos fijamente como si dudara un poco de sus palabras, después de todo, ellos eran más grandes que ella y por consiguiente llevaban más años en Hogwarts.

-¿Dónde está? -dijo Ron, que no escuchaba una palabra de la conversación, porque escrutaba a la multitud para ver en dónde se encontraba Krum

-¿Alguno de ustedes sabe en donde se quedaran los de Beauxbatons?- pregunto Finnigan

-No- contesto Harry.

- Dumbledore tampoco ha dicho nada de dónde van a dormir los de Durmstrang, ¿verdad?- pregunto Ron, que seguía sin prestar atención.

Pero su pregunta quedó respondida al instante. Habían llegado a la altura de la mesa de Slytherin, y Karkarov les metía prisa en aquel momento a sus alumnos.

-Al barco, vamos -les decía- ¿Cómo te encuentras, Viktor? ¿Has comido bastante? ¿Quieres que pida que te preparen un ponche en las cocinas?

Hermione, Harry y Ron vieron que Viktor Krum negaba con la cabeza mientras se ponía su capa de pieles y comenzaba a avanzar.

-Profesor, a mí sí me gustaría tomar un ponche —dijo otro de los alumnos de Durmstrang.

-No te lo he ofrecido a ti, Poliakov -contestó enojado Karkarov, de cuyo rostro había desaparecido todo aire paternal- Ya veo que has vuelto a mancharte de comida la pechera de la túnica, niño indeseable...

Karkarov se volvió y marchó hacia la puerta por delante de sus alumnos. Llegó a ella exactamente al mismo tiempo que Hermione, Harry y Ron y Harry se detuvo para cederle el paso.

-Gracias -dijo Karkarov despreocupadamente, echándole una mirada.

Al mirarlo, Karkarov se quedo pasmado, lo recorrió de arriba abajo con la mirada y parecía que iba a quedarse viéndolo por siempre y señalando su cicatriz de no ser por que Ojoloco le informo que él era Harry Potter y que si no tenía nada que decirle mejor se moviera porque estaba impidiendo el paso de los demás alumnos.


Al día siguiente, que era sábado Hermione tenía planeado primero ir a desayunar, luego ir al despacho de la profesora McGonagall, después visitar a Hagrid, buscar a los alumnos de 3° y 5° año para intentar que formaran parte de su organización el P.E.D.D.O, almorzar, ir a la biblioteca y por ultimo pero no menos importante, pasar la tarde con Draco en Hogsmeade.

A él aun no lo había incluido en la organización, no sabía si aceptaría o no, aun recordaba todo el drama que hizo para que Harry y Ron se apuntaran.

Hasta ahora tenía a pocos miembros entre los que destacaban de Gryffindor: Harry Potter, Ronald Weasley, Ginny Weasley, Angelina Johnson, Dennis y Colin Creevey, Lee Jordan y Neville Longbotton, de Hufflepuff a Hannah Abbott, Justin Finch-Fletchley y Susan Bones; de Ravenclaw Terry Boot, Michael Corner, Padma Patil, Mandy Brocklehurst y Anthony Goldstein.

Hoy le preguntaría a Draco y a Hagrid si querían unirse.

Cuando llego al gran comedor casi no podía pasar por qué había muchos alumnos alrededor del cáliz de fuego en espera de ver quienes echaban su nombre.

Muchos de ellos estaban comiendo pan tostado con mermelada o fruta. Ron se acerco al grupo y pregunto

-¿Ya ha dejado alguien su nombre? -preguntó algo nervioso a una de tercero.

-Todos los de Durmstrang- contesto Demelza Robins al ver que la niña de tercero no le contestaba a Ron.-Pero de momento no he visto a ninguno de Hogwarts.

-Seguro que lo hicieron ayer después de que los demás nos acostáramos –dijo Harry- Yo lo habría hecho así si me fuera a presentar: preferiría que no me viera nadie. ¿Y si el cáliz no me elige?

Alguien se reía detrás de Harry. Al volverse, vio a Fred, George y Lee Jordan que bajaban corriendo la escalera. Los tres parecían muy nerviosos.

-Ya está -les dijo Fred a Harry, Ron y Hermione en tono triunfal- Acabamos de tomárnosla.

-¿qué cosa? -preguntó Ron.

-La poción envejecedora, cerebro de mosquito -respondió Fred.

-Una gota cada uno -explicó George, frotándose las manos con júbilo-. Sólo necesitamos ser unos meses más viejos.

-Si uno de nosotros gana, repartiremos el premio entre los tres -añadió Lee, con una amplia sonrisa.

-No estoy muy convencida de que funcione, ¿saben? Seguro que Dumbledore ha pensado en eso y no va a dejar cabos sueltos-les advirtió Hermione.

Fred, George y Lee no le hicieron caso.

-¿Listos? -les dijo Fred a los otros dos, temblando de emoción- Entonces, vamos. Yo voy primero...

Hermione vio como Fred sacaba un papel de su pantalón en el que decía:

“Fred Weasley - Hogwarts”

Mientras avanzaba hacia la línea dorada que rodeaba el cáliz, se puso de puntitas y parecía que se iba a lanzar de un trampolín, tomo aire y salto.

Durante una fracción de segundo pareció que el truco había funcionado. George también lo creyó, porque dio un grito de triunfo y avanzó tras Fred. Pero al momento siguiente se oyó un chisporroteo, y ambos hermanos se vieron expulsados del círculo dorado como si los hubiera echado un invisible lanzador de peso. Cayeron al suelo de fría piedra a tres metros de distancia, haciéndose bastante daño, y para colmo sonó un «¡plin!» y a los dos les salió de repente la misma barba larga y blanca. En el vestíbulo, todos rompieron en carcajadas. Incluso Fred y George se rieron al ponerse en pie y verse cada uno la barba del otro.

-Se los advertí -dijo la voz profunda de alguien que parecía estar divirtiéndose, y todo el mundo se volvió para ver salir del Gran Comedor al profesor Dumbledore.

Examinó a Fred y George con los ojos brillantes- Les sugiero que vayan los dos a ver a la señora Pomfrey. Está atendiendo ya a la señorita Fawcett, de Ravenclaw, y al señor Summers, de Hufflepuff, que también decidieron envejecerse un poquito. Aunque tengo que decir que me gusta más su barba que la que les ha salido a ellos.

Fred y George salieron para la enfermería acompañados por Lee Jordan, que se partía de la risa, y Hermione, Harry y Ron que también se reían con ganas, entraron a desayunar.

Habían cambiado la decoración del Gran Comedor. Como era Halloween, una nube de murciélagos vivos revoloteaba por el techo encantado mientras cientos de calabazas lanzaban macabras sonrisas desde cada rincón. Se encaminaron hacia donde estaban Dean y Seamus, que hablaban sobre los estudiantes de Hogwarts que tenían diecisiete años o más y que podrían intentar participar.

Se entero de que Warrington de Slytherin y Diggory de Hufflepuff ya habían echado sus nombres.

En eso apareció Angelina Johnson que también deseaba participar

-Lo eh hecho- anuncio mientras se acercaba a Hermione, Harry y Ron

-Me alegro de que entre alguien de Gryffindor -dijo Hermione- ¡Espero que quedes tú, Angelina!

-Gracias, Hermione -contestó Angelina sonriéndole.

-Sí, mejor tú que Diggory el hermoso -dijo Seamus, lo que arrancó miradas de rencor de unos de Hufflepuff que pasaban al lado.

Cuando terminaron de desayunar, Hermione recibió una nota de la profesora McGonagall donde le decía que la vería más tarde, porque ahora tenía que salir, así que decidió ir a visitar a Hagrid, Ron y Harry la acompañaron.

Al acercarse a la cabaña de Hagrid, el misterio de los dormitorios de los de Beauxbatons quedó disipado. El gigantesco carruaje de color azul claro en el que habían llegado estaba aparcado a unos doscientos metros de la cabaña de Hagrid, y los de Beauxbatons entraron en él de nuevo. Al lado, en un improvisado potrero, paseaban los caballos de tamaño de elefantes que habían tirado del carruaje la noche anterior.

Harry llamó a la puerta de Hagrid, y los estruendosos ladridos de Fang respondieron al instante.

-¡Ya era hora! -exclamó Hagrid, después de abrir la puerta de golpe y verlos- ¡Creía que no se acordaban de dónde vivo!

-Hemos estado muy ocupados, Hag... -empezó a decir Hermione, pero se detuvo de pronto, estupefacta, al ver a Hagrid.

Hagrid llevaba su mejor traje peludo de color marrón (francamente horrible), con una corbata a cuadros amarillos y naranja. Y eso no era lo peor: era evidente que había tratado de peinarse usando grandes cantidades de lo que parecía aceite lubricante hasta alisar el pelo formando dos coletas. Puede que hubiera querido hacerse una coleta como la de Bill y se hubiera dado cuenta de que tenía demasiado pelo. A Hagrid aquel tocado le sentaba como a un santo dos pistolas. Durante un instante Hermione lo miró con ojos desorbitados, y luego, obviamente decidiendo no hacer ningún comentario, dijo:

-Eh... ¿dónde están los escregutos?

-Andan entre las calabazas -repuso Hagrid contento- Se están poniendo grandes: ya deben de tener cerca de un metro. El único problema es que han empezado a matarse unos a otros.

Pasaron mucho tiempo platicando sobre el torneo de los tres magos e intentando sonsacarle lo que sabía acerca de las pruebas que tendrían que enfrentar los campeones, pero no consiguieron mucho, más que saber que serian pruebas difíciles.

Antes de irse, Hermione le propuso a Hagrid afiliarse al P.E.D.D.O. pero comenzaron a discutir sobre los elfos domésticos, porque él se negó tajantemente a afiliarse a la P.E.D.D.O. cuando ella le mostró las insignias.

-Eso sería jugarles una mala pasada, Hermione -dijo Hagrid gravemente, enhebrando un grueso hilo amarillo en una enorme aguja de hueso- Lo de cuidar a los humanos forma parte de su naturaleza. Es lo que les gusta, ¿te das cuenta? Los harías muy desgraciados si los apartaras de su trabajo, y si intentaras pagarles se lo tomarían como un insulto.

-Pero Harry liberó a Dobby, ¡y él se puso loco de contento! -objetó Hermione- ¡Y nos han dicho que ahora quiere que le paguen!

-Sí, bien, en todas partes hay quien se separa. No niego que haya elfos raros a los que les gustaría ser libres, pero nunca conseguirías convencer a la mayoría. No, nada de eso, Hermione.

A Hermione no le hizo ni una pizca de gracia su negativa y volvió a guardarse la caja de las insignias en el bolsillo de la capa.

Salo de ahí dejando a Harry y a Ron. Ron le hizo algunas muecas cuando ella les dijo que tenía que irse porque debía ver a la profesora McGonagall, y ella alcanzo a escuchar que murmuraba, “pretextos, pretextos” pero ella no le hizo caso.


Selección de Campeones

Cuando llego con la profesora McGonagall, esta le informo que debía actuar de tutora Draco Malfoy porque él no iba muy bien en su materia. Que el seria informado por el Profesor Snape.

Paso a la biblioteca y tomo un libro de “Pociones Avanzadas para 5 Año”

Se la paso leyendo hasta la hora en la que Draco fue por ella para ir a Hogsmeade.

Lo saludo como siempre con un beso y un poco de rubor en las mejillas

-¿Nos vamos?- Pregunto Draco

-Si- contesto Hermione- ¿A dónde iremos?- pregunto

-Es una sorpresa- contesto el

-No me gustan las sorpresas, ¿Qué tal si no me gusta?- pregunto ella

-Me sentiría muy decepcionado de mi trabajo si no te gusta- dijo el poniendo cara triste

-No me convence tu cara- dijo ella tocando su mejilla

-Debo mejorar mis caras tristes- dijo el medio riendo

Cuando llegaron a Hogsmeade lo primero que hicieron fue ir a Madame Tudipié, se sentaron en una de las mesitas redondas que estaban decoradas con flecos y lazos pasaron toda la tarde divirtiéndose, principalmente riéndose y besándose.

Pero debían volver al colegio cuando llegaron, Draco la llevo a su sala y se quedaron de ver un poco antes de la cena.

Cuando se volvieron a ver ya llevaban puesto otra vez el uniforme.

Una vez dentro vieron que el Gran Comedor, iluminado por velas, estaba casi abarrotado. Habían quitado del vestíbulo el cáliz de fuego y lo habían puesto delante de la silla vacía de Dumbledore, sobre la mesa de los profesores. Fred y George, nuevamente lampiños, parecían haber encajado bastante bien la decepción.

-Espero que salga Angelina -dijo Fred mientras Harry, Ron y Hermione se sentaban.

-¡Yo también! –Dijo Hermione- ¡Bueno, pronto lo sabremos!

-Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión –anunció Dumbledore- Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado -indicó la puerta que había detrás de su mesa- donde recibirá las primeras instrucciones.

Sacó la varita y ejecutó con ella un amplio movimiento en el aire. De inmediato se apagaron todas las velas salvo las que estaban dentro de las calabazas con forma de cara, y la estancia quedó casi a oscuras. No había nada en el Gran Comedor que brillara tanto como el cáliz de fuego, y el fulgor de las chispas y la blancura azulada de las llamas casi hacía daño a los ojos. Todo el mundo miraba, expectante. Algunos consultaban los relojes.

-De un instante a otro -susurró Lee Jordan, cuatro asientos más allá de Hermione.

De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y empezaron a salir chispas. A continuación, brotó en el aire una lengua de fuego y arrojó un trozo carbonizado de pergamino. La sala entera ahogó un grito.

Dumbledore cogió el trozo de pergamino y lo alejó tanto como le daba el brazo para poder leerlo a la luz de las llamas, que habían vuelto a adquirir un color blanco azulado.

-El campeón de Durmstrang -leyó con voz alta y clara- será Viktor Krum.

-¡Era de imaginar! -gritó Ron, al tiempo que una tormenta de aplausos y vítores inundaba el Gran Comedor. Harry vio a Krum levantarse de la mesa de Slytherin y caminar hacia Dumbledore. Se volvió a la derecha, recorrió la mesa de los profesores y desapareció por la puerta hacia la sala contigua.

-¡Bravo, Viktor! -bramó Karkarov, tan fuerte que todo el mundo lo oyó incluso por encima de los aplausos- ¡Sabía que serías tú!

Se apagaron los aplausos y los comentarios. La atención de todo el mundo volvía a recaer sobre el cáliz, cuyo fuego tardó unos pocos segundos en volverse nuevamente rojo. Las llamas arrojaron un segundo trozo de pergamino.

-La campeona de Beauxbatons -dijo Dumbledore-es ¡Fleur Delacour!

-¡Es ella, Ron! -gritó Harry, cuando la chica que parecía una veela se puso en pie elegantemente, sacudió la cabeza para retirarse hacia atrás la amplia cortina de pelo plateado, y caminó por entre las mesas de Hufflepuff y Ravenclaw.

-¡Miren qué decepcionados están todos! -dijo Hermione elevando la voz por encima del alboroto, y señalando con la cabeza al resto de los alumnos de Beauxbatons.

«Decepcionados» era decir muy poco. Dos de las chicas que no habían resultado elegidas habían roto a llorar, y sollozaban con la cabeza escondida entre los brazos.

Cuando Fleur Delacour hubo desaparecido también por la puerta, volvió a hacerse el silencio, pero esta vez era un silencio tan tenso y lleno de emoción, que casi se palpaba. El siguiente sería el campeón de Hogwarts...

Y el cáliz de fuego volvió a tornarse rojo; saltaron chispas, la lengua de fuego se alzó, y de su punta Dumbledore retiró un nuevo pedazo de pergamino.

-El campeón de Hogwarts –anunció- es ¡Cedric Diggory!

-¡No! -dijo Ron en voz alta, pero sólo lo oyó Harry: el jaleo proveniente de la mesa de al lado era demasiado estruendoso. Todos y cada uno de los alumnos de Hufflepuff se habían puesto de repente de pie, gritando y pataleando, mientras Cedric se abría camino entre ellos, con una amplia sonrisa, y marchaba hacia la sala que había tras la mesa de los profesores. Naturalmente, los aplausos dedicados a Cedric se prolongaron tanto que Dumbledore tuvo que esperar un buen rato para poder volver a dirigirse a la concurrencia.

-¡Estupendo! -dijo Dumbledore en voz alta y muy contento cuando se apagaron los últimos aplausos- Bueno, ya tenemos a nuestros tres campeones. Estoy seguro de que puedo confiar en que todos ustedes, incluyendo a los alumnos de Durmstrang y Beauxbatons, darán a sus respectivos campeones todo el apoyo que podáis. Al animarlos, todos vosotros contribuiréis de forma muy significativa a...

Pero Dumbledore se calló de repente, y fue evidente para todo el mundo por qué se había interrumpido.

El fuego del cáliz había vuelto a ponerse de color rojo. Otra vez lanzaba chispas.

Una larga lengua de fuego se elevó de repente en el aire y arrojó otro trozo de pergamino.

Dumbledore alargó la mano y lo cogió. Lo extendió y miró el nombre que había escrito en él. Hubo una larga pausa, durante la cual Dumbledore contempló el trozo de pergamino que tenía en las manos, mientras el resto de la sala lo observaba. Finalmente,

Dumbledore se aclaró la garganta y leyó en voz alta:

-Harry Potter.


¿HARRY?

Hermione y Draco están seguros de que Harry no puso su nombre en el cáliz, aunque ambos confían en el por motivos diferentes.

Todo el mundo se quedo en silencio, fue tan asombroso que el gran comedor en el que siempre había algún ruido se quedara en un silencio total en el que ni siquiera se podía escuchar el sonido de las respiraciones de los estudiantes.

-¿Harry?- pensó Hermione mientras lo volteaba a ver- ¡No puede ser! Debe haber algún error.

Pero Harry permanecía sentado, consciente de que todos cuantos estaban en el Gran Comedor lo miraban. Se sentía aturdido y atontado. Debía de estar soñando. O no había oído bien.

Nadie le aplaudía. Un zumbido comenzaba a llenar el salón. Algunos alumnos se levantaban para ver mejor a Harry, que seguía inmóvil, sentado en su sitio.

En la mesa de los profesores, la profesora McGonagall se levantó y se acercó a Dumbledore, con el que cuchicheó impetuosamente. El profesor Dumbledore inclinaba hacia ella la cabeza, frunciendo un poco el entrecejo.

Harry se volvió hacia Hermione y Ron. Más allá de ellos se podía ver que todos los demás ocupantes de la larga mesa de Gryffindor lo miraban con la boca abierta.

-Yo no puse mi nombre -dijo Harry, totalmente confundido - Ustedes lo saben.

Los dos le devolvieron la misma mirada de aturdimiento.

En la mesa de los profesores, Dumbledore se irguió e hizo un gesto afirmativo a la profesora McGonagall.

-¡Harry Potter! - Llamó el anciano profesor - ¡Harry! ¡Levántate y ven aquí, por favor!

-Vamos -le susurró Hermione, dándole a Harry un leve empujón.

Harry se puso en pie, se pisó el dobladillo de la túnica y se tambaleó un poco.

Avanzó por el hueco que había entre las mesas de Gryffindor y Hufflepuff. Le pareció un camino larguísimo. La mesa de los profesores no parecía hallarse más cerca aunque él caminara hacia ella, y notaba la mirada de cientos y cientos de ojos, como si cada uno de ellos fuera un reflector. El zumbido se hacía cada vez más fuerte. Después de lo que le pareció una hora, se halló delante de Dumbledore y notó las miradas de todos los profesores.

-Bueno... cruza la puerta, Harry -dijo Dumbledore, sin sonreír.

Harry pasó por la mesa de profesores. Hagrid, sentado justo en un extremo, no le guiñó un ojo, ni levantó la mano, ni hizo ninguna de sus habituales señas de saludo.

Parecía completamente aturdido y al pasar Harry, lo miró como hacían todos los demás. Harry salió del Gran Comedor y todos los alumnos comenzaron a murmurar cosas que iban desde el asombro hasta los insultos.

Hermione miro a Ron y vio que no era la única que se sentía incapaz de comprender lo que había pasado.

-Tú no crees que el haya echado su nombre ¿Verdad Ron?- pregunto Hermione

-No sé qué creer, Hermione-

-El no lo hizo, no puedes dudar de él, es nuestro mejor amigo- dijo la castaña un tanto enfada con la respuesta de Ron.

-Yo no lo sé Hermione, necesito tiempo- contesto él.

En ese momento el profesor Snape hablo

- ¡SILENCIO! – Ordeno y todo el mundo se cayó – Todos deben volver a sus casas ahora.

Cuando iban saliendo del Gran Comedor Hermione y Ron iban en total silencio, antes de llegar a la puerta Draco se les acerco y Hermione y él salieron juntos del Gran Comedor.

- ¿Tu lo sabías?- le pregunto Draco

- ¡Harry no puso su nombre en el cáliz! - respondió ella a la defensiva

- ¿Entonces como llego su nombre?- dijo él.

-No lo sé- contesto ella

- ¿Qué crees que pasara con él? Rompió las reglas, o mejor dicho las burlo…

-El no lo hizo, el no pudo-

Hermione se sentía completamente confundida, pero estaba completamente segura de que Harry no pudo haberlo hecho, el no quería participar en algo así, lo conocía y sabía que estaba más que harto de que la gente lo mirara como si fuera un fenómeno de circo y no solo era eso, ella conocía sus capacidades y aunque no dudaba de que era un gran mago, el no conocía magia tan avanzada como para hacer trampa, lo había visto, ni Fred ni George lo consiguieron y sabia que había otros estudiantes de grados superiores que lo habían intentado también. Ella estaba segura de eso. Harry no lo había hecho.

-¿Hermione?- la llamo Draco, sacándola de sus pensamientos - ¿Estás bien?- le pregunto él. – Se que sabes que Potter no me agrada, pero no creo que sea tan estúpido como para echar su nombre en el cáliz, todos sabemos a lo que se arriesgan los participantes y no hagas caso de lo que dije antes.

-Déjalo Draco- contesto ella- sé lo que todos deben pensar en este momento, que Harry es un tramposo, pero yo se que él no lo hizo, estoy segura de eso.

- Te creo- dijo él.

-¿Disculpa? – dijo Hermione totalmente sorprendida por la declaración de Draco.

-Si tú dices que él no lo hizo, yo te creo.

Draco estaba completamente seguro de que no había sido Potter el que coloco su nombre en el cáliz, el sabia que El Señor Tenebroso había regresado y que su deseo era destruir a Potter y a todo aquello que lo rodeara y protegiera.

Hasta el momento en el que el nombre de Potter salió del cáliz, el había olvidado lo que Snape le quería decir ese día en su despacho, el señor tenebroso estaba planeando algo para tener a Potter en sus manos este año, el no sabía exactamente qué, pero estaba seguro que tenía que ver con el torneo.

- Te quiero tanto Draco- dijo Hermione volviéndolo a la realidad.

- Y yo a ti, Hermione, y yo a ti- respondió el.

- ¿Te importaría que te deje? Tengo que hablar con Ron- dijo Hermione

- Me importa – dijo poniéndose muy serio - pero si lo necesitas está bien

- ¿Nos vemos mañana por la tarde?- pregunto Hermione

- Si, así puedo hacer algunas cosas que tengo pendientes

- Hasta mañana – dijo despidiéndose de el

Hermione recorrió lo que le restaba de camino hacia la torre de Gryffindor, necesitaba hablar con Ron, no podía creer que el dudara de Harry.

Cuando llego a la torre, no lo encontró por ningún lado, Ginny no lo había visto desde que salieron del comedor y ella dijo que se veía muy molesto.

Hermione fue a buscarlo, sabia donde podía estar, en el baño de los chicos del sexto piso, varia veces Ron se había ido a meter ahí en los últimos meses, el pensaba que nadie lo sabía, pero Hermione lo había visto un par de veces mientras volvía de la biblioteca.

Llego a la entrada del baño y dijo

-Ron, sal de ahí, necesito hablar contigo

No hubo respuesta, pero ella estaba segura de que ahí estaba el.

-Ron se que estas ahí y necesito que salgas- volvió a decir ella

Ron que sabía que Hermione no se iría de ahí hasta que el saliera por fin contesto

- ¿Qué quieres Hermione?- dijo molesto

-Necesito hablar contigo- contesto ella

-Eso es obvio Hermione, dime qué quieres- contesto el más molesto que antes

- ¿En verdad crees que Harry hizo trampa?- pregunto ella

- Ya te dije que no lo se

- No puedes creer eso, Ronald, Harry nunca haría algo así, el sabe que es muy peligroso, que puede morir-

- Mira Hermione, tu no lo sabes, pero el mismo dijo que si pudiera participar, echaría su nombre por la noche mientras nadie lo viera, y sé que él sabe que es peligroso, tú te has encargado de repetirlo muchas veces, pero no se qué creer.

-Pero Ron eso no significa que él lo hiciera, yo se que… - pero no pudo completar la oración por que el la interrumpió.

-Se que tú crees saberlo todo, Hermione pero ahora no quiero hablar contigo sobre esto, - dijo muy molesto y comenzando a ponerse rojo- así que déjame solo.- dijo prácticamente gruñendo lo último.

Hermione se quedo muy quieta mientras veía como él se iba, sabía que él la consideraba una sabelotodo, pero desde primer año el no lo había vuelto a repetir a modo de insulto.

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